Capítulo 47: Valentía

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Gente, sólo os quiero decir que los comentarios llevan todo el día sin funcionar =____=U Así que puede ser que tarde un poco en contestarlos, ¿vale? Nos leemos :3

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Se oía el leve sonido de los besos, de las caricias apasionadas, y los suspiros leves que se les escapaban a ambos. Una risita suave se escapó, y acompañó a las palabras que, por el tono bajo e íntimo con el que eran pronunciadas, escapaban de los oídos de aquellos que les rodeaban. Aunque tampoco era que nadie se interesara por ellos: se habían convertido en una pareja más que compartía carantoñas en un bar cualquiera en medio de una ciudad que, de noche, parecía infinita, con sus luces resplandecientes. Sólo dos personas les observaban, con la mirada fija, y con el bochorno pintado en el rostro. Se notaba que querían irse de allí cuanto antes, y aun así no lo hacían.

Pau le pasó el brazo por los hombros a Eric, le acercó un momento hacia él y le susurró en la oreja:

-¿Les pegas tú o lo hago yo?

El pelirrojo se permitió un momento para soltar un bufido y apartar la vista del sofá pegado a la pared en el que Carles e Irina parecían estar a punto de engullirse mutuamente. Suerte que el moreno estaba allí, de lo contrario ya se hubiera ido a su casa. Cualquier cosa, incluso la más profunda desesperación y depresión, era mejor que estar aguantando a aquellos dos y su estúpido intercambio de saliva.

-Te cedo ese honor, creo que yo voy a buscar algo más para beber -contestó él en tono crispado, más que nada porque estaba de los nervios.

-Entonces te acompaño, así me despejo un poco. -Mientras lo decía, Pau señaló su botellín de cerveza, ya vacío, que después dejó sobre la mesa.

Ni se dignaron a decirles que se iban un momento a la barra, hacía mucho que aquellos dos les ignoraban. Así que se adentraron en su aventura personal, sorteando un cuerpo tras otro por el camino, porque encima, se habían puesto en una de las mesas más alejadas de la barra. Claro que, al ser la zona menos iluminada, era perfecta para la parejita; pero ellos dos, que preferían conversar y, a ser posible, evitar que salieran a flote ciertos recuerdos del pasado, lo estaban pasando francamente mal.

Lo que le sorprendía a Eric era que hubiera tanta gente en un bar un jueves, casi tanto como le asombraba que él mismo hubiera aceptado aquella invitación y estuviera allí, un día de entre semana, en un local del centro tomando algo con sus amigos después de una agotadora jornada de trabajo. Podía repetirse una y otra vez que lo había hecho porque Pau había logrado otra noche libre y quería verle, lo cual sí que tenía cierta parte de verdad. También podía seguir con lo de que era la oportunidad perfecta para acabar de charlar sobre el viaje que pensaban hacer, para definir de una vez a qué lugar irían, cuántos días estarían allí para que tanto Pau como él pudieran pedir vacaciones...

Pero no, ninguna de aquellas razones era auténtica. Había aceptado por un simple motivo: no se atrevía a irse a dormir tan tranquilo la víspera de su último día de trabajo junto a Álex. Aquella semana, que creía que se haría lenta y pesada, había pasado en un suspiro, y cuanto más quería aferrarse al poco tiempo que le quedaba junto al doblador, más se escapaba este de sus manos. Era estúpido entristecerse de aquella manera, pero no podía evitarlo, no se sentía preparado para dejar de ver su sonrisa cada mañana, para que su voz no le alegrara los días nada más entrar por la puerta del estudio. Echaría de menos sus consejos, los roces casuales, las bromas, y sus carcajadas traviesas. Conocer a Álex, en vez de alejarle de aquel espejismo, de ayudarle a bajarle del pedestal en el que siempre le había tenido, había hecho que se enamorara todavía más de él.

Claro que siempre le quedarían los mensajes, pues cada día pasaban horas hablando gracias a ellos, y podía llamarle cuando quisiera si se atrevía a hacerlo. Lo que pasaba era que se quedaba sin excusas para hacerlo. Una vez dejara de ser su compañero de trabajo, ¿qué le uniría a Álex? Ni siquiera eran amigos, sólo compartían la misma profesión, una que a saber cuánto tardaría en volver a juntarles. Cuando llegara el viernes, Eric se convertiría en lo que siempre había sido para el actor de doblaje. Volvería a ser nada.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora