Comencé a fastidiarme y decidí salir al jardín, entré a un salón, yacía todo a oscuras, no obstante,  busqué un bolígrafo y unas hojas. Regresé al auditorio, y continuabas ocupado, así que empecé a dibujar, hice varios bocetos mientras la noche seguía avanzando.

—Sólo quiero bailar la pieza lenta con la chica que me enseñó a bailar—me ofreciste tu mano después de varias canciones rápidas. —¿Quieres bailar conmigo la última canción de la noche?

Yo asentí, la canción que sonaba era Creep de RadioHead. ¿Qué eran 4 minutos para volver a caer en el amor? Después de la canción te iras de todas formas.

— ¿Y qué sigue?—pregunté sobre el programa mientras sonaba el lapso inicial de la canción.

—Unas palabras para mí, y un discurso que daré, después todo terminará...

— ¿A qué hora te irás?—quise saber el tiempo que me quedaba contigo.

—No lo sé, mi manager es quien tiene los vuelos, me llamará cuando tenga que salir.

—¿Entonces ya estás listo?

—Sí. Ya todo está empacado, y lo demás lo llevara la mudanza.

—Entiendo—fue lo único que pude decir, no quería hablar más, sólo disfrutar del momento. Bailábamos lentamente y decidí recargarme en ti.

Me encantó escuchar tus latidos, recostarme en tu pecho y oír el ritmo alocado de tu corazón y la melodía de tu voz susurrándome al oído unas preciosas palabras que mencionaba por primera vez.

—Te amo...—bordaste con el sentimiento que no podía ocultar más, levanté la vista—. Aún no me he ido y ya te extraño. No sé qué haré después, no podré soportarlo—te acercaste a mí, y a escasos milímetros de mi labios sonreíste mostrando tus perfectos hoyuelos, enseguida cerraste  los ojos y rozaste tus labios contra los míos.

Quizá este era el beso más sincero que habíamos tenido, el dulce abandono demostrando la diferencia, nos besamos lentamente, tiernamente, con fervor. Pero con cada instante a sabor de cielo.

Recargaste tu frente con la mía.

—Lamento que ya no podamos ser amigos—agregaste dándome un último beso.

—Entiendo—dije tristemente y aparte la vista de ti.

—Además, ya no quiero ser tu amigo, o tu novio—¿Otra vez está volviendo el chico frío? No puedo creerlo.

—Entiendo—volví a repetir.

— ¿Sabes por qué?—buscaste mi mirada.

—Si, te irás, empezarás una nueva vida—repliqué.

—No es eso—respondiste con ternura—. No quiero ser más tu amigo, ni tu novio. Por qué quiero ser algo más cercano.

Tus palabras rebotaron en mi cabeza, fue algo que no me esperaba —¿Qué estás diciendo?—me detuve en el baile.

—Ven conmigo—propusiste—Acompáñame, quiero estar contigo.

—Pero, pero...—tartamudeé—. ¿Estás hablando en serio?

—Hablaré con tus padres, pediré tu mano. ¿Quieres casarte conmigo? Sé que ahora no tengo un anillo, pero puedo quitarle una cuerda a mi guitarra, doblarla y formar un aro que puedas usar en tu dedo anular en tanto consigo uno de verdad.

A un músico ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora