11. Protege tu diario

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Bajé hasta la sala, mi prima me seguía, pero yo era más rápida. Siempre he pensado que las rubias son algo tontas y lentas, pero Pacífica ya me demostró que mi hipótesis era real.

—¡________, te dije que regresaras! —me gritó ella alcanzándome.

—¿Porqué rayos tenías MI diario, Pacífica? —le respondí de igual manera.

Ella se quedó callada.

—¡Te estoy haciendo una pregunta, rubia!

Aún callada.

—¡Responde cuando te pregunten algo, niña!

Ahora se estaba poniendo blanca.

—¡¿Qué?! ¡¿qué te ocurre?! —exclamé alterada.

—E-Es que... tienes que mirarte —dijo... ¿asustada?

Yo fui rápidamente al espejo más cercano y me posicioné.

Oh, no. Otra vez me esta sucediendo lo mismo...

Narra Dipper:

Llegué a la cabaña, y la primera en recibirme fue Mabel.

—-Woah, Dip, ¿qué te pasa? ¿porqué tan alterado, hermano? —me preguntó, ya notó la vena que sobre-sale de mi frente.

Yo la ignoré y seguí mi camino hasta mi habitación, comencé a buscar mi diario hasta que lo encontré debajo de mi almohada. Lo guardé en mi chaleco y salí de camino a la mansión de _______.

Con el carrito de golf que antes habíamos usado, me dirigí al lugar y toqué la puerta pero nadie abrió; la volví a tocar pero seguían sin abrir.

Cuando apenas iba a gritar su nombre, escuché los alardidos de Pacífica dentro.

—¡________! ¡no me hagas esto, niña!

Yo golpeé la puerta fuertemente.—¡Abre la puerta, Pacífica!

Espero unos segundos antes de que la rubia me haga caso. La veo un poco despeinada y con lágrimas en sus ojos azules.—¡Dipper, es ________! ¡está muy mal!

—¡¿Qué le pasó?! —pregunté sintiendo mi corazón latir a mil de repente.

—S-Se puso un poco descolorida, le salió una vena azul de la frente, y, cuando se volteó a ver en el espejo, se desmayó, ¡me asusté y la dejé en el sillón! Estaba a punto de llamar a un médico, pero llegaste. ¡Mis padres no están y no sé qué hacer!

—De acuerdo —me abrí paso yo mismo dirigiéndome hacia donde Pacífica me señaló—, yo sé un poco de primeros auxilios, por que cuando era pequeño, mi hermana siempre hacía travesuras y se golpeaba o accidentaba, y yo la curaba.

Pacífica asintió.—¿Pero qué vamos a hacer?

—¡Rápido, traeme un algodón con alcohol!

Ella fue corriendo a no sé dónde y llegó con una caja blanca de metal con una cruz roja gruesa en el centro. La típica caja de primeros auxilios. Tomó un buen pedazo de algodón y vertió un poco de alcohol en él. Me lo dio y yo me senté rápidamente al lado de ________, tomé su cálido y suave rostro y acerqué el algodón a su nariz. Ella lo olió y abrió los ojos un poco confundida.

—¿Q-Qué me pasó? —preguntó ella sobando sus cienes. Volteó a verme— ¿Dipper? ¿qué haces aquí?

Sentí un alivia tan grande al verla despertar.

—Ahorita te explico, pero necesito que me digas qué te ocurrió, ¿por qué te desmayaste? —pregunté un poco preocupado.

Ella se sentó bien.—Es que Pacífica escondió mi diario en su habitación y no me lo quería dar. Pero yo lo encontré y lo tomé, Pacífica me siguió y yo me empecé a enojar mucho. Dipper...

—¿Sí?

—Yo soy propensa a desmayarme cada vez que me enojo mucho, no sé por que me pasa esto cada vez que me altero —dijo cabizbaja.

Yo la miré.—Eso debe ser porque tus niveles de presión bajan y tu cuerpo se desestabiliza, tu frente hace que tu vena sobre-salga por toda la desesperación y alteración acumulada en ti. Cuando tu cuerpo no puede resistir más al saber de tu estado, caes inconsciente —expliqué.

Pacífica se acercó a ella.—________, discúlpame, no sabía que esto te podía pasar... en serio, lo lamento tanto —me sorprendió escuchar a Pacífica disculparse por primera vez.

________ sonrió.—No te preocupes, prima. Ahora lo sabes —entonces me miró y sus ojos me parecieron lo más lindo por alguna razón—. Dipper, ¿me puedes decir qué tú haces aquí? —cuestionó no de forma demandante, sino curiosa.

—_______, ¿recuerdas que te dije que me esperaras un momento en nuestra salida? Bueno, me topé con una niña de nuestra edad, ella se llama Dani, estaba perdida en el bosque. No sabía donde estaba su casa, yo le dije que fuera a la cabaña, le di la dirección y ella llegó. Después volví contigo y seguimos con lo que estábamos. Se hizo un problemón muy grande con ella y te pido perdón por mentir —traté de ocultar mi vergüenza—. En fin, ella quería hacer un trato con Bill Cipher, un demonio del cual te hablaré en un momento, aún no ha encontrado su casa y está buscando los diario 3 y 4. El tuyo y el mío... así que protege tu diario a toda cosa. No se lo vayas a dar nadie —le advertí—. No sé si en algún momento Bill aparece e intenta convencerte de que se lo entregues, pero si es así, no lo hagas. Te ofrecerá muchas cosas pero por nada del mundo se lo des.

______ no comprendía muy bien lo que pasaba ni por qué no debía entregar el diario, pero lo que sí sabía era que aquel libro era suyo, de nadie más. —Dipper, ya viste como me acabó de poner, ¿en serio piensas que se lo entregaré?

Dipper sonrió confiando en ______.—No me gustaría que vuelva a pasarte esto, pero en serio, él te tentará con cosas, lo sé. Bill Cipher tratará de convencerte hasta que cedas pero, escucha bien esto, protege tu diario, ______.

Ella asintió.—Lo haré, si quieren los diarios, es para algo malo, ¿no?

Y Empezamos con un 'Hola' (Dipper y tú) #Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora