Capítulo 9 (parte 2)

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En sus ojos creo ver una confusión momentánea, pero me devuelve una sonrisa deslumbrante.

—Te lo mereces, preciosa.— Se inclina y me da un beso cerca de la comisura de los labios. Se aleja un poco, pero sigue manteniendo nuestras manos juntas.

Mis ojos por primera vez se fijan en algo de lo que no se habían percatado anteriormente. A mi vista aparecen un montón de lunares. ¿Cómo no me había fijado en ellos? Son realmente hermosos. Acerco mi mano derecha a su cara. Poso mi dedo pulgar sobre su labio inferior y sigo el recorrido de este hasta el extremo derecho donde se encuentra uno pequeño. Me relamo los labios. Su lengua sale fuera y repasa mi dedo. Lo aparto y sigo el recorrido por su mejilla derecha. Sigo el recorrido de los lunares maravillada. Veo como James cierra los ojos relajado, sintiendo el tacto de mis dedos. Estaba tan cegada por sus ojos que no me había percatado de sus lunares. Bajo la mano por su cuello tocando sus lunares. Es imposible contarlos, tiene cientos esparcidos por su cuerpo. Bajo las manos por sus pectorales, bajando lentamente hacia sus abdominales. Los acaricio y noto su tacto duro. Los lunares desaparecen de mi vista por debajo del pantalón corto. Bajo más la mano, pero James me detiene. Levanto la vista hacia su cara y sus ojos me miran amenazadores, sus fosas nasales se mueven, tratando de respirar con tranquilidad. Aparta mis manos, y no puedo evitar ver como una erección se marca a través del pantalón corto.

—No vamos a follar, ya te lo he dicho. Deja de provocarme.— susurra y noto una cierta suplica en sus ojos.— Quieres que te castigue, ¿verdad? ¿Quieres que te folle aquí fuera? ¿Quieres que te muerda esos pezones que me suplican a gritos que lo haga? — sus palabras rugen y aparto la mirada rápidamente. Joder, me ha puesto a mil por hora. Y vuelvo a tener el tanga empapado. Ese es el poder de James.

Intento recrear en mi mente algo que controle estos pensamientos calientes, pero en mi mente ya veo a James mordiéndome los pezones. Me agarro al borde de la piscina con fuerza mientras cierro los ojos. Necesito rebajar la tensión del ambiente. Si no vamos a follar será mejor que cambiemos de tema de una vez por todas.

Creo escuchar una risita por lo bajo pero le resto importancia. En mi mente trato de encontrar algo de lo que podamos hablar, algo que tengamos en común. Tenemos algo en común. Bueno, eso si no me mentido, claro.

—¿Cómo se llama tu libro?— digo mirándole dulcemente. Por unos momentos me mira como si esa no fuese la respuesta que quisiese escuchar. Me encojo de hombros. ¿O a caso está haciendo tiempo para inventarse un libro?

—Placeres oscuros.— dice seriamente.

Intento recordar entre los cientos de libros eróticos ese título, pero no me suena de nada. Recuerdo que lo ha publicado hace poco así que es muy improbable que lo haya leído. El título suena jodidamente sensual. Las palmas de las manos me sudan. No sé si estoy segura de querer leerlo.

—Lo has leído, ¿verdad? —dice pasándose la mano por el pelo.

Lo miro extrañada sin entender nada. Estoy segura de no haberlo leído.

—No.—digo.

En su rostro veo un alivio tremendo.

—¿Sobre qué trata?— Me mira alzando una ceja y me siento ridícula por haberle hecho esa pregunta. Es obvio que trata sobre sexo desenfrenado.

—Supongo que tendrás que leerlo para descubrirlo.— dice encogiéndose de hombros sin decirme absolutamente nada. ¿ Ni siquiera me puede decir de que trata? Joder. Este hombre es imposible. Resoplo y le miro indignada, ahora estaré con la duda de saber sobre que trata el libro hasta llegar a Londres.

—Tengo un libro firmado especialmente para ti aquí. Si te portas bien al final del viaje te lo daré.— mi sonrisa vuelve a mi cara.—Pero solo se te portas bien.— me lanza una mirada amenazante.

—Gilipollas.— digo por lo bajo.

—Te he oído.— susurra en mi oído izquierdo. — Cómo también he escuchado como Christian gruñía. Ese cabrón ha tenido la suerte de correrse en ese precioso culazo.

Su mano se posa en mi rodilla. La acaricia y sube lentamente la mano, pasándola por debajo de la chaqueta. Aguanto la respiración cuando esta se posa sobre la tela del tanga. Su dedo índice sigue el recorrido aunque no tiene mucho acceso puesto que mis piernas se encuentran cerradas. A este juego pueden jugar dos.

Le doy una palmada a su brazo y lo retira a regañadientes de entre mis piernas. Me levanto bajo su atenta mirada, su mirada de no entender nada. Cuando estoy a punto de irme una idea maravillosa se cruza por mi mente. Vamos a jugar.

Le sonrío lascivamente mirándole directamente a los ojos. Subo las manos hasta la cremallera de la chaqueta, bajándola lentamente. Me la quito y la tiro al aire y sale de nuestro campo de visión. Veo como contiene la respiración, por fin dándose cuenta de lo que llevo puesto. Me despojo rápidamente del crop top negro y lo tiro de cualquier manera a un lado. Ante nosotros queda un sensual conjunto de encaje negro que desea ser hecho trizas en cualquier instante de la noche. Me desabrocho el sujetador y se lo tiro a la cara. Lo muerde y mis turgentes pechos se ponen erectos bajo su atenta mirada.

Llevo mi dedo índice a mi boca y lo recubro con saliva. Lo bajo despacio por mi vientre y dejo que se pierda en el interior del tanga. La humedad de mi saliva se encuentra con mis labios vaginales que ya se empiezan a mojar. La restriego y introduzco el dedo en mi interior, este entra directo. Mueve el dedo repetidas veces, sintiendo como la humedad apremia con salir. Saco el dedo de mi coño y meto la mano para esparcir la humedad. Mi mano está completamente empapada. Veo como sale el líquido por mis piernas, impactando en el suelo. Retiro la mano del tanga y vuelvo a subir el dedo índice por mi vientre, sólo que está vez está húmedo por mi saliva y mis jugos vaginales. Me acerco el dedo a la boca y lo dejo a unos milímetros. El olor que proviene de mi mano es demasiado adictivo, está empapada.

Observo como James tiene la mano metida dentro del pantalón, tocándose la polla de una lado a otro. Me encantaría pasarle ahora mismo mi mano empapada de jugos por su polla erecta y después chupársela como si no hubiera un mañana. Resisto la tentación y mi clítoris palpita al ver como él espera a que me meta el dedo en la boca y me pruebe. Era algo que me encantaba hacer, probarme a mi misma, probar el juego adictivo. Masturbarme y ver como después de correrme de mi coño salían jugos sin control. Jugos que cogía entre mis dedos y los llevaba a mi boca. Eran un manjar delicioso y que al mismo tiempo provocaba que me mojara aún más.

Sin más dilación introduzco el dedo índice y al momento un sabor salado envuelve mi boca. Lo introduzco lentamente hasta que está completamente dentro de mi boca. Lo retiro y hago el mismo procedimiento con el dedo corazón, sólo que esta vez mi lengua sale a recorrer la longitud de este. Me limpio todos los dedos minuciosamente hasta cerciorarme que no queda rastro de mis jugos. Por un momento estoy tentada de volver a introducir la mano entre mis piernas y volver a probar esos deliciosos líquidos.

Me acerco de nuevo a James y me arrodillo a su lado. Poso la mano en su rodilla y sin apartar la mirada de sus ojos azules oscuro, subo la mano despacio, deteniéndome varias veces antes de llegar a su polla.

—Pídemelo.— mascullo.

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