3.

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El olor a café recién preparado y galletas horneadas me hacen sonreír, salir de casa luego de estar toda una semana ordenando, parecía ser el mejor premio de todos, mas aun cuando mi estomago pedía algo mejor que la comida que estaba en mi refrigeradora.

Era hora de dejar el tocino por unos cuantos días.

Las personas dentro de la pequeña y acogedora cafetería, estaba atenta a sus asuntos, nadie parecía colocar su atención en mi. Obligo a mis pies a moverse con hacia la caja registradora y en esta un chico, de unos 25 años, me sonríe.

-Necesito un café fuerte.

-¿Puedes tomar café? -Él pregunta, claramente divertido. Mi ceño se frunce. Había que aceptarlo, parecía una niña, ¡pero tenía 20 años!

-Tengo lo suficiente como para pagarte ese café y largarme a un bar.

Las cejas del chico se elevan, con sorpresa., pero toma el pedido en silencio. Luego de haber dado todas las indicaciones requeridas, me encamino hacia una de las mesas vacías al final de la cafetería, justo frente a un cristal que daba a la calle principal.

Dispuesta a esperar mi café, saco mi teléfono junto a los audífonos y rebusco entre mi lista de reproducción que había estado escuchado.

Mis dedos golpean la mesa al ritmo de The Night Still Young1 y mis ojos se enfocan en las personas caminando fuera del lugar. Cruzando la calle, frente a lo que parecía ser un bar, un auto negro y 5 motocicletas, se encontraban estacionadas, pero eso no era lo que llamaba mi atención.

-En ese lugar ocurren muchas cosas -La voz del chico que había tomado mi pedido llega a mi oído y, optando por prestarle atención, quito el taco que se encuentra en mi oído-. La última vez vi como sacaban a un hombre completamente inconsciente.

-¿Bar de peleas? -Pregunto, agradeciendo en silencio cuando la taza es colocada sobre la mesa.

-No lo sé -Sus hombros se encogen con indiferencia y luego me sonríe-. Nunca te había visto por este lugar, ¿tienes nombre o solo debo recordar tus bonitos ojos azules?

Palabras como esas, debían hacerme avergonzar, pero en lugar de eso; me río, negando con diversión.

-Tengo una semana aquí. Y no, pronto te olvidaras de mis ojos, pero mi nombre es Holly.

-James -Él sonríe, pero luego una maldición abandona sus labios cuando alguien lo llama, claramente esperando que su pedido llegue a tiempo-. Nos vemos, Holly.

Respondo a su despedida con una sonrisa y de inmediato, mi cabeza gira hacia el cristal. Mis ojos se pasean por el pequeño parqueadero que los propios motociclistas habían creado y me detengo sobre una de las motos.

Esta parecía fuera de lugar, resaltaba a simple vista. Como si el color rojo llamara los ojos de todas las personas pasando por ahí.

Un estremecimiento sacude mi cuerpo con rabia y la incomodada se apodera de mi sistema. Eso solo ocurría cuando me sentía observada... tal y como estaba ocurriendo justo ahora.

Escaneo la cafetería con sumo cuidado, pero no logro encontrar al dueño de la mirada, toda y cada una de las personas están metidas en conversaciones o leyendo algo en sus respectivos periódicos.

Intento buscar a James, pero no lo encuentro a simple vista.

-Te estás volviendo loca, Holly. -Murmuro para mí misma. Negando a quedarme un minuto más, tomo el café a sorbos lentos.

Los días que faltaban para iniciar clases cada vez corrían con más rapidez, Alison me había llamado un sinfín de veces, diciendo una nueva disculpa por todo lo que había pasado.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora