Capítulo 1

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Capítulo 1

Señales

1- Febrero - 2013

Imágenes que zozobran entre lo onírico y la realidad

Flotaba.

Miró a su alrededor, paseando los ojos por el extraño cuarto en que se encontraba. Estaba rodeaba por paredes de tosca y desgastada piedra. Sentía la espalda casi pegada a aquel peculiar cubículo. La oscuridad era casi total, de no ser por unos finísimos rayos de luz que traspasaban las pequeñas y abovedadas ventanas. Confusa, se preguntó dónde se encontraba.

Comenzó a tiritar y sintió cómo el frío la invadía poco a poco, como lo hace la niebla cuando se apodera de un lugar. El silencio, en esos momentos, era su único compañero. Lo agradeció porque la ayudaba a activar sus sentidos. Un halo invisible la hizo estremecer, dejándole una sensación de miedo y pavor; intuía que algo malo iba a ocurrir. El desasosiego que la invadía era tan intenso que quiso salir de allí. Buscó algún indicio que le indicara la salida, pero la suerte no estaba de su lado en ese momento; no la encontró. Rezó para que la sacaran de aquel lúgubre cuarto. Su petición no fue atendida; tendría que permanecer allí, lo tenía claro, aunque desconociera la razón. Intentó calmarse pero tampoco lo logró. Su corazón latía a gran velocidad.

A regañadientes se resignó y decidió estar atenta a cualquier detalle que pudiera darle una pista de dónde se encontraba Cerró los ojos, una y otra vez, para que su vista se aclarase. A veces, en la penumbra, nada es lo que parece; con ese pensamiento se quedó quieta, aunque muerta de miedo, esperando a que algo sucediera. Estaba muy atenta. A su derecha, y a pocos metros de ella, vislumbró la sombra de lo que parecían escalones. Los siguió con la mirada pero solo pudo ver una delgada línea de luz en medio de la semioscuridad que reinaba.

Un ruido chirriante la alertó; parecían las bisagras oxidadas de una puerta. El silencio que la acompañaba se tornó algarabía. Voces fuertes y masculinas comenzaron a oírse cada vez más cerca, a medida que notaba cómo bajaban los escalones.

La poca luz que entraba le permitió observar a aquellas extrañas personas. Vestían prendas muy coloridas y buenos brocados; dedujo, por el atuendo, que podían ser nobles de la Edad Media o posterior. Todo era muy extraño, incluso la lengua en que hablaban era desconocida para ella, así que no pudo enterarse de nada. En ese instante, a pesar de estar desubicada, le quedó claro que había sido transportada muchos siglos atrás.

De pronto las risas y el tono alegre se volvieron agrios cuando un soldado, sin previo aviso, sacó una espada y le cortó la cabeza al hombre que había bajado con él.

No podía creer lo que estaba viendo. Quería irse de allí pero algo -o alguien- continuaba impidiéndoselo. Se sentía retenida contra su voluntad. Las arcadas comenzaron a subir por su garganta, y el olor nauseabundo de la sangre le cortó la respiración. Ansiaba moverse, hacer algo, gritar; pero no lo consiguió. ¡Se sintió impotente! Se quedó clavada en la esquina, a la espera de que terminara aquella tortura que le habían impuesto.

Apenas se había recuperado de la horrible escena cuando, de nuevo, un soldado bajó con otro hombre. Estaban los dos al pie de las escaleras. El individuo hablaba, gesticulaba y parecía enojado; el otro callaba. Temió que sucediera lo que había presenciado la vez anterior. El noble quiso defenderse cuando vio la espada desenvainada, pero la habilidad de aquel era tan notable que con un solo movimiento sesgó su cabeza. La imagen era horrible y repugnante: dos cuerpos, tirados en el suelo, perdiendo el preciado líquido que los mantenía con vida; y dos cabezas cortadas se vislumbraban allí donde habían dejado de rodar.

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⏰ Last updated: Oct 22, 2015 ⏰

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