Celebrando 100K [2]: 彼 の 声 (1)

3.2K 250 455
                                    

Bueno, este fue el ganador de la encuesta. Seguimos celebrando, esta vez con un extra inspirado en... ¡manga yaoi! Me lo he pasado muuuuuy bien escribiendo, así que espero que os guste mucho ^____^ Antes de nada, quiero esclarecer unos puntos para que la historia se entienda mejor:

*Los chicos son adolescente. Sí, Álex también xDDDDDU

*Blanca y Eric son gemelos. Esto se ha hecho para que sea aún más cliché.

*Ni los nombres ni las descripciones físicas cambian, para no liaros.

Y ya está, ¡que lo disfrutéis! :D Nos leemos~

********************************

Un repiqueteo, no constante pero sí molesto, fue lo que le despertó. No sabía de dónde venía aquel ruido, y aun así se dedicó a maldecirlo mentalmente mientras estiraba las piernas y después las sacaba de la cama, haciendo que sus pies entraran en contacto con el cálido suelo. Con el sueño tan bonito que estaba teniendo... Allí, su senpai (2) le susurraba a la oreja y él se dejaba hacer, encandilado con aquella voz que le había enamorado desde el primer momento en el que la había escuchado. Pero no, tenían que despertarle justo cuando sus labios pasaban de su oreja a los labios de Eric, y estaban a punto de fundirse en un beso.

Bufó, se restregó los ojos, se limpió con la mano el leve rastro de saliva que se empezaba a secar en la comisura de sus labios y el mentón, y miró hacia la ventana, por la que entraba una luz casi blanca, hermosa y demasiado potente. ¿Cuánto había dormido? Si el despertador debía haberle avisado a las cinco, hora a la que lo había programado para acabar sus deberes de inglés. No podía ser que el sol brillara tanto. Entonces, algo impactó de golpe en la ventana, sobresaltándole. Como un resorte, se levantó de inmediato y se dirigió hacia el cristal, que por suerte no había recibido ningún daño.

Frente a la puerta de su casa, montados en bicicletas, estaban sus dos mejores amigos: Carles y Pau. Les conocía desde siempre, pues habían crecido juntos en aquellas calles, trasteando, tocando timbres y huyendo antes de que las pobres amas de casa abrieran la puerta, escondiéndose en los parques, compartiendo golosinas, quedándose a dormir cada fin de semana en casa de uno de los del grupo... Siempre habían asistido a la misma escuela, e incluso años después, se habían apuntado al instituto más cercano para no estar separados. Eran sus amigos de la infancia y guardaba muchos recuerdos con ellos, la mayoría buenos, y algunos, vergonzosos.

Esos recuerdos eran los más recientes y estaban relacionados con Pau en exclusiva. Su mirada resbaló un momento sobre el rostro del más alto del grupo, quien le dedicaba una sonrisa de suficiencia. No podía decírselo a casi nadie, pero muchas veces, cuando se quedaban solos en la azotea a la hora de comer, compartían besos que harían que la mitad de sus compañeros de instituto se sonrojaran y que la otra mitad les mirara con desprecio. Eric nunca le había ocultado a Pau que no tenía interés alguno en las chicas, igual que él le había dicho de forma clara que se sentía atraído por él. Que acabaran colisionando de aquella forma y haciendo cosas prohibidas en aulas abandonadas en las que nadie podía escuchar sus gemidos era la evolución natural de su relación, que vagaba en un limbo, pues no la habían definido aún. Ni pensaban hacerlo.

Los únicos testigos y los guardianes de su secreto eran Carles y Anna. A la rubia le encantaba saber que estaban juntos, y era la primera que pedía que se besaran delante de ella, porque según sus propias palabras, "no había nada mejor que dos maromos dándose amor". Carles, que no compartía su opinión pero aun así les apoyaba en todo lo que hicieran, nunca se quejaba. Podían ser abiertos respecto a su sexualidad con sus amigos, y aquello no tenía precio.

Para que no se le fuera la mente, trató de ignorar a Pau y centrarse en Carles, que arqueaba una ceja a la vez que señalaba el reloj negro que envolvía su muñeca izquierda. Aún medio dormido, les saludó con la mano, bostezó y se separó de la ventana para buscar su móvil. No podía ser tan tarde, ¿verdad? Seguro que aquellos dos se habían levantado temprano sólo para engañarle y hacer que se diera prisa.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora