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CAMILO

Habían pasado casi veintiuna horas en las que David no me contestaba el teléfono. No quería hablar conmigo y lo comprendía, pero ¿por qué no comprendía él lo difícil que era nuestra situación? No podíamos simplemente esperar a Junior y decirle que él y yo éramos novios. No se podía. Junior no lo entendería y nos alejaría.

La noche entraba en su esplendor y decidí probar una nueva llamada a mi novio, pero definitivamente este no deseaba hablar conmigo y me sentí una mierda. De nuevo lastimando a quien más amaba.

Cerré mis ojos tirado en la cama de mi departamento, sintiendo el lado contrario frio, helado, vacío. La ausencia de su calor se notaba demasiado y eso era preocupante. Tenía que poner mis prioridades en orden, y aunque Junior y David eran igual de importantes para mí, debía elegir. Tenía el presentimiento de que saldría perdiendo, una de las dos relaciones terminarían. O podría ser novio de David o podría ser amigo de Junior, o terminaría perdiéndolos a ambos. Pero que sucedía si elegía a David por sobre mi mejor amigo: Junior no me dejaría volver a ver a mi novio. Y que sucedería si elegía a Junior sobre mi novio: me aterraba pensar en el resultado de aquello.

Tomé mi celular de nuevo, esta vez marcando un número diferente. El timbre de espera sonó una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces...pero nadie atendía. Suspiré largamente y entonces ocurrió.

— ¿Camilo?
Y me paralizó el miedo. ¿Le hablaba? ¿Qué hacía? Mierda, ¿Por qué carajo había llamado? No era el jodido momento.

— ¿Quién es? —escuché otra voz cerca del teléfono, una voz dulce y bajita, como si estuviese adormilada. Fruncí el ceño levemente y entonces hablé.

— ¿Junior? —pregunté dudando de repente si ese era mi amigo.

—Sí, si —respondió seguido de una risita nerviosa y tapar el auricular del teléfono para responderle a su acompañante.

— ¿Quién era ese? —pregunté de nuevo confundido mientras me sentaba en la cama y prendía un cigarrillo.

—Creo que...no puedo explicártelo por teléfono —dijo con simplicidad— ¿Para qué llamabas?

—Creo que tampoco puedo explicártelo por teléfono —lo imité soltando un suspiro melancólico, como prediciendo el futuro.

—Mañana vuelvo, deberíamos juntarnos lo más pronto posible —sugirió y entonces mi vista se posó en una foto que tenía en la mesa de luz a lado de mi cama. Allí estaba mi mejor amigo con su gorro de egresado de la secundaria y yo con el mío, riéndonos, abrazados. Dos adolescentes.

—Te quiero Ju, eres mi mejor amigo, siempre lo serás —susurré en voz baja y la confusión se hizo palpable al instante, aunque no lo estuviese viendo.

—¿Qué te sucede, bobo? También te quiero, eres como un hermano para mí —y de nuevo la flecha de la culpa se me clavó en el pecho, volviéndome incapaz de todo.

—Apenas llegue mañana iré para tu departamento ¿bien?

—Entendido —respondí con modorra mientras me quitaba el traje del trabajo y me acostaba en mi cama, solitariamente.

—Nos vemos, Chico Malo —se burló.
—Nos vemos, Dulzura —le correspondí.

Y entonces el sueño me venció y mis parpados cayeron con cansancio.


Las pesadillas invadieron mi mente y aunque intenté dormir toda la noche de corrido, no pude. Solo podía pensar en David, en Junior, en mi ida ahora y que pasaría cuando mi mejor amigo volviera.

JUNIOR

Antoino estaba acostado a mi lado. Nos habíamos estado mirando fijamente durante toda la noche. Recorriéndonos, reconociéndonos, recordándonos. Era un mal presagio, sabíamos que quizás no nos volveríamos a ver en unas horas.

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora