(c) TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. LA NOVELA EXPLOSIÓN EN EL CORAZÓN DEL DIABLO (EDITORIAL SELEER) DE PABLO SOLARES ACEBAL A LA VENTA EN JUNIO.
Sígueme en @solaresacebal y en FB: Pablo Solares-Acebal
--
SINOPSIS:
“Las hermanas Rosas, pertenecientes a una familia de clase media, visitan a su tía en su lecho de muerte. Lo que parecía un domingo como otro cualquiera se convierte en un viaje en el que se desvelan sus secretos. A pesar de intentar borrar el pasado, el diablo sigue presente para recordar sus pecados.”
--
¡Compra tu ejemplar ya!
AMAZON KINDLE: http://www.amazon.es/Explosi%C3%B3n-coraz%C3%B3n-del-diablo-ebook/dp/B00DGT4XRI/ref=tmm_kin_title_0?ie=UTF8&qid=1371845109&sr=8-4
AMAZON (edición en papel): http://www.amazon.es/Explosion-corazon-diablo-Solares-Acebal/dp/849414247X/ref=tmm_pap_title_0?ie=UTF8&qid=1371845109&sr=8-4
--
“Este fue el placer que tuvo la Serpiente al mirar
el terreno florido donde el dulce receso de Isolina
tan temprano, tan sola, tenía lugar. Su divina forma,
angelical, pero más suave y femenina,
la gracia de su inocencia, cada mínimo gesto
y hasta la más diminuta acción, sobrecogió
su maldad y con una dulzura cautivante abatió
la fiereza de la fiera intención que traía:
en ese espacio, el Malvado se quedó abstraído
de su propia maldad y por un tiempo se mantuvo
estúpidamente bueno, su enemistad desarmada,
y su astucia, su odio, su envidia, su venganza.”
JOHN MILTON, LIBRO IX DE PARAÍSO PERDIDO
--
Las Mimosas
LIBRO I
Ambientado en Villaviciosa en 1982
PRÓLOGO
El diablo aspiraba el olor de las mimosas - el olor divino - mientras comía un puñado de arándanos, una de las frutas prohibidas del paraíso. El diablo era conocido como tal, aunque a lo largo de su existencia había adquirido una forma humana ligada a un sólo nombre. Satanás, en sus buenos tiempos, acudía a escuchar a aquellos que más odiaban la vida que les había tocado vivir. Ahora, harto de lamentos, era conocido universalmente como “el diablo”.
- Mira, hijo donde estoy, fíjate bien en mi nada y mañana has de ser lo que yo
hoy... - pronunció el diablo.
El diablo tosía. Enfermaba lentamente. Se encontraba en un lugar oscuro, iluminado por un basto fuego y sentado en el suelo cubierto de polvo. Miraba atentamente el fuego que consumía unos troncos de madera seca. Se abrigaba con un manto tosco, en verdad era un saco de tela, que erizaba su escamosa piel. En aquella lúgubre guarida no había ventanas y solo se podía acceder al exterior ascendiendo por las raíces del árbol de las mimosas. El diablo era un ser debilitado. Derrotado por el tiempo. ¡Un fracaso!
“¿Qué había conseguido en su vida?” se preguntaba repetidamente.
A veces se acostaba sobre el suelo mientras aspiraba un poco de humo. Aquel aire turbio lo mantenía con vida. Su existencia era limitada puesto que el diablo se alimentaba de la madera quemada de antiguos cruces y del humo del papel de Biblia. Sabía que ya no había nada que quemar. ¿Cómo podría continuar avivando aquel fuego eterno? Tampoco podía salir fuera a destruir iglesias y ya sólo le quedaba una biblia sin quemar. ¿Qué haría entonces sino suspirar?
