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CAPITULO I

"Alere Flammam Veritatis"

(Alentar la flama de la verdad)

Daniela caminaba como una zombie. El murmullo de la gente se comportaba como telón de fondo de sus pensamientos. Agobiada, con la resignación hecha carne, avanzaba entre las mesas por inercia, esquivando gente, esquivando risas ajenas, deseando esquivar, del mismo modo, un destino que estaba ya signado.

El impactante complejo arquitectónico del Palacio de Tribunales de la Nación Argentina, conocido popularmente como Tribunales de Talcahuano o simplemente Tribunales porteño, se erigía en una manzana rodeada de cafetines, oficinas y negocios multirrubro que subsistían gracias a la intensa cantidad de transeúntes; Plaza Tribunales era un bonito restaurante ubicado en Talcahuano y Tucumán, destacada locación de impronta Art Noveau, justo frente a este bloque de cemento.

Por lo general, la zona era un polvorín sitiado por protestas y reclamos de justicia constante. Ese día de abril no sería la excepción.

El debate público se iniciaría con un sinfín de controversias, opiniones vagando por diversos programa televisivos, dando luz a un debate moral y social profundo: las cirugías plásticas, su necesidad y la labor de los profesionales de la salud.

Opiniones divididas se contraponían desde hacía meses, y a Daniela no le eran indiferentes.

Dani se abstendría de ser partícipe de las habladurías; se vería tentada una y mil veces por llamar a los canales que hacían del tema la comidilla de cada día para decirles que hablaban absurdos y sinsentidos. Mantenerse al margen resultaría lo más saludable y sabio que su abogado y amigo personal Máximo, le sugeriría.

Máximo Pavón era amigo de la familia Santos, representando legalmente a Sergio Santos Brown eminencia en su profesión y un alma noble avocada a su necesidad de servir a la comunidad. La misma comunidad que exigía respuestas y deseaban que lo encarcelaran, furiosamente.

El leguleyo la aguardaba en el café con el diario La Nación desplegado casi en su totalidad. Dani se permitió un único segundo de evasión mental para repudiar el tamaño del periódico y sonreír al ver las maniobras de Máximo por no volcar la taza de su café negro y sin azúcar alintentar abrirlo.

Máximo, era casi diez años mayor que Dani más no le importaba, en numerosas ocasiones éste le habría manifestado sus deseos de salir con ella con intenciones de ser algo más que amigos. El mismo abogado se habría encargado de suguir de cerca el trámite de divorcio de Daniela, aportando pruebas necesarias para que su amiga no tuviese contratiempos en separarse del zángano chupasangre de Martín.

El restaurante se encontraba más concurrido que de costumbre, quizás porque tocaban la una de la tarde, siendo habitual que la gente hiciese un modernamente llamado "break" en su trabajo para salir a almorzar fuera. La dinámica del entorno de Tribunales era fantástica, desde tempano, la boca de subterráneos de la línea D expulsaba personas en la Plaza Lavalle, ubicada frente al magnífico edificio.

Sebastián, en tanto, odiaba que su refugio pre sentencia se encontrara atiborrado de personas. Debía esperar más de la cuenta para ordenar, para comer; incluso para pagar, exasperándolo y mucho. Odiaba que se diese a conocer el fallo a las dos y media de la tarde. Lucía irritado, llevando varias veces la mano a su corbata negra rasada, ajustándola aun sin tener que hacerlo. Sólo por ansiedad y fobia social.

En sus manos tenía todas las de ganar, la familia de María Carla Delgado se alzaría con una importante indemnización, aunque nada de ello le devolvería la vida a su preciada hija Carli.

"Donde se esconden los ángeles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora