- No entiendo como tiene el valor de hacer semejante atrocidad con su cuerpo- dijo Irina cerrando los ojos al ver el enorme hueco en mi pecho.

- No tienes de que preocuparte, quería comprobar ese rumor personalmente- me senté tocando el agujero y examinando que tan profundo era, toqué mis costillas, musculos desgarrados, arterias, sangre y demás artículos que desconocía por completo, me cercioré si efectivamente había llegado a perforar mi corazón. -¡Rayos! - exclamé con rabia.

- ¿Está bien señor? - Irina sonaba preocupada y dejó el temor que cruzaba en ella por ver carne viva y se acercó a examinarme, debió quedarse tal cual, pues segundos después Irina volvió a gritar y a llorar desconsolada.

Cuando examiné mi cuerpo me percaté que sólo había rozado el corazón y no lo había perforado, así que lo volví a intentar ahora con más fuerza, eso fué lo que alteró a Irina, me hallaba de vuelta en el suelo, con los ojos abiertos, me quedé inmóvil un par se segundos, soporté un poco más el dolor, la mueca que tenía ahogada en la garganta la tragué y saqué la estaca de mi pecho nuevamente, un mar de sangre salió de él manchando mi atuendo, mas arruinado no podia quedar, con un gran agujero y repleta de sangre, me arrepentí de usar ropa, hice una mueca de fastidio por ello, volví a sentarme y examiné la herida a detalle, si, efectivamente había perforado mi corazón pero no pasó nada, sólo un dolor y al quitar la estaca pasó sin causar mayor daño, el silencio estaba presente en toda la sala, de la nada la imagen de Irina golpeó mi cabeza haciéndome recordarla, ella estaba en el suelo, se había desmayado de la impresión, mi cuerpo se curaba rápidamente, suspiré al ver a Irina así.

- A pesar de ser una bruja experimentada sigues siendo una niña para estas cosas- la levanté del suelo tomándola en mis brazos y subí lentamente las escaleras con ella, estaba tan relajado su cuerpo por el desmayo que pensé la había matado con un paro cardíaco, más sentía su pulso por lo cual desheché la idea - No aguantas nada- exclamé para la ahora inconciente Irina.

La llevé a su amplia habitación, pateé suavemente la puerta para abrirla sin romperla, hice lo mismo para cerrarla,  llevé su cuerpo a la cama, la recosté, quedando muy cerca de ella, respiré un poco de su esencia, el olor de su piel era embriagador, me contuve y acomodé su cuerpo y cabello, ahora que la veía con detenimiento su cabellera era tan rubia que parecía blanca, la arropé con el juego de sábanas color vino que tenía su enorme cama.

Nunca había visto a Irina dormir, se veía tan tranquila, con una serenidad excepcional, que llegué a envidiar.

Me senté a su lado, observé con cauteloso cada razgo de su rostro, era muy bello, parecía un ángel, en los años que llevaba de "Vida" (por así decirlo) no había apreciado la belleza mortal, nunca había deleitado mi pupila con las bellezas humanas, hasta ahora no se me hacía necesario, sólo comía, tampoco tenía sexo, tenía cosas más importantes que tener sexo, como mi castillo, instruirme, aprender.

Me acerqué lentamente a Irina para ver más de cerca su afilado rostro y piel sedosa, era tan bella, tenía rasgos humanos si, pero mas allá de lo que a simple vista se ve la hacia distinta entre las otras, algo que no me sabía explicar.

Acaricié su rostro con delicadeza, era suave, justo como lo imaginé, cerré mis ojos disfrutando el tacto de mis dedos en su piel, volví a abrirlos, toqué su frente, cejas, párpados, nariz y mejillas hasta llegar a sus labios rosas, eran sutiles, suaves y húmedos, cálidos como ella, me acerqué lentamente para probar un poco de aquella tentación que Satán había puesto ante mi, incitandome a probar un poco de aquel dulce manjar, tomé con mi mano izquierda su mejilla, lentamente la distancia entre mis labios y los suyos se acortaba, sentí su respiración cerca, inhalé de ella sintiendo algo extraño, era una especie de paz que sólo hallaba al matar, respire su aliento cálido para rozar sus labios, estaba apunto de besarla cuando se removió entre las sábanas, parecía que en cualquier momento despertaría, me alejé rápidamente y me senté en el sillon que yacia a escasos dos metros de su cama.

Soy un maldito, lo sé.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum