Volver...

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Nunca entendió como dejo que su padre lo convenciera y lo presionara para que tomara su lugar como CEO de la empresa. El anterior la estaba llevando a la ruina con sus ideas de la edad media y no podían permitirse perder clientes importantes. El tenía una vida tranquila y ordenada. Luego de un matrimonio desastroso estaba listo parta hacerlo solo. Tenía amantes ocasionales. Todas con las cosas claras. Ninguna llegaba para quedarse. Ninguna valía la pena para más. Sus gustos particulares no le permitían desviarse de lo que realmente quería de una mujer.

Un mes preparándose con Esteban, su mejor amigo desde que empezó en la preparatoria de los Ángeles y quien lo había seguido en la carrera de arquitectura en la universidad. Había aceptado ser su segundo al mando y su padre había prometido que al hacerse cargo de la empresa iba a tener una agradable sorpresa incluida pero no le dijo nada en concreto.

Esa mañana tenían la presentación general con el grupo de trabajo y el personal de las diferentes aéreas.

Entro al ascensor nervioso. No conocía a nadie más que a Esteban y nadie lo conocía a él a excepción de su hermana que trabajaba en el área de ambientación y cuyo padre había amenazado con desheredar si abría la boca aun con sus amigas cercanas. Eso dentro de los márgenes era bueno.

Ella subió rápido al ascensor y se puso de espaldas completamente envuelta en su propio mundo. El se quedo mirándola. Se escuchaba la música fuera de los auriculares. Estaba escuchando rocanrol no había duda, pero no podía distinguir bien que era. La observo a través de los demás. Algo en ella le parecía familiar pero estaba demasiado de perfil como pare reconocerla bien.

Su pelo rubio oscuro algo salvaje y claro con mechas oscuras entrelazadas le parecio familiar.

Algo en ella era familiar. Se volteó a penas cuando dejo pasar a alguien.

Su perfil era perfecto. Nariz recta y perfecta, las aletas se abrían sutilmente cuando aspiraba para repetir sin voz la letra de la canción que escuchaba.

Su boca era un bombón sensual listo para ser mordido. Cuando no cantaba se mordía el labio y parecía contenerse para no moverse al ritmo de la música. Algo en ella era demasiado familiar.

Era bastante alta aunque seguramente se debía a tacones. No podía distinguir bien su cuerpo entre ese traje que parecía ser grande para su talla y la gente que seguía llenando el ascensor. Subieron un grupo de 4 y entonces el grito lleno el ascensor

_ ¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!Nenaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!_ Entonces ella se dio vuelta develando una sonrisa devastadora y sus ojos. Dios sus ojos, era ella, era imposible de olvidar.

La chica de los ojos color tormenta. Libertad.



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