VII. Kcalb (3)

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Disclaimer: The Gray Garden no es de mi propiedad, le pertenecen a Ogekom y Deep Sea Prisioner.

Advertencias: Posible OoC, historia completa de mi autoría, cualquier parecido con otra es coincidencia.

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—Esperamos disfruten de su estadía en la escuela, bienvenidos sean a la escuela Blanc.

Aplausos inundaron la estancia, después de la cordial presentación de la presidenta los ingresados se dispersaron para hablar entre ellos, preguntándose sus vacaciones o qué maestros les habían tocado. Pero entre todos, Kcalb, el único que no habló con nadie, se acercó a la presidenta que bajaba del escenario, dispuesto a saludarla, aunque fue interceptado por un chico que le abrazó con un sólo brazo por encima del cuello.

—¡Hola Kcalb! —Saludó una irritante voz que conocía ya muy bien.

Etihw le miró, estaba a unos metros de ella, con una sonrisa, sacudió la mano en forma de saludo y se retiró para no interrumpirlo.

Kcalb suspiró frustrado y miró a Sherbet con mala cara. —No actúes de forma tan libertina conmigo.

Y a pesar que aquello había sido una clara amenaza, el rubio solamente se echó a reír mientras lo soltaba. —Eres muy gracioso.

—No bromeaba.

—Como sea, ¿en qué clase te tocó? —preguntó ignorando el comentario anterior.

—No tengo por qué decirte eso —alegó el peli-plateado enarcando una ceja. Mas Sherbet le miró fijamente con interés por un momento, finalmente, sonrió.

—1-A —adivinó. Kcalb rodó los ojos, a pesar de que había acertado, el rubio amplió su sonrisa, aunque suspiró cansado—. No estamos en la misma clase, lástima. Pero eso no significa que no podamos seguir hablándonos.

—Preferiría mantener las distancias —murmuró, Sherbet sólo sonrió negando con la cabeza.

—Nos vemos en el recreo —aquello no había sido una pregunta.

—No.

—En la cafetería.

—No iré.

—¡Perfecto! Nos vemos allí.

Despidiéndose con la mano y una sonrisa, el rubio desapareció entre la multitud, Kcalb suspiró cansado, ¿en serio creía que iba a ir? Wodahs había preparado su almuerzo, así que no tenía necesidad de ir a la cafetería de la escuela a comprar nada, posiblemente se quedaría en el aula sólo y comiendo tranquilo.

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Se había equivocado, jamás se había esperado que todos los alumnos hubiesen decidido almorzar en el salón de clase durante los recesos, así, definitivamente no podía comer.

Tomó su bentō y salió del salón a toda prisa, esperando no encontrarse Sherbet que seguramente le buscaría para atosigarlo más de lo que ya lo hacía. En cuanto abrió la puerta, chocó con alguien, tal impacto hizo que la persona casi cayera al suelo, de no ser porque Kcalb en un rápido reflejo le atrapase del brazo evitando el impacto y ayudándole a recobrar el equilibrio.

—Lo siento mucho —se disculpo apenado, puesto que la persona con la que había chocado no era nadie más ni nadie menos que la presidenta Shiraiwa. —Yo...

—Parece que siempre que nos encontremos vamos a chocar —bromeó ella sonriéndole un poco, buscando tranquilizarlo.

Todos al rededor se habían quedado estáticos, la presidenta no sonreía muy seguido, jamás se había comportado de forma tan amable con un alumno y menos uno nuevo. Pero ahí estaba, sonriéndole a Kcalb Mond con total tranquilidad.

—Justamente te estaba buscando, Mond —dijo ella observando el salón de clase de reojo—. Necesito que me acompañes.

Se giró y empezó a caminar, Kcalb, sin más remedió le siguió, ignorando que Sherbet le observaba entre algunos alumnos con una sonrisa socarrona en los labios.

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—¿N-no está prohibido estar aquí?

—No sí tienes las llaves y permiso de la presidenta —explicó la chica de cabello azabache mientras observaba la ciudad desde el precipicio de la azotea. —Pensé que te gustaría este lugar, es solitario y nadie viene aquí a molestar, podrás comer bien aquí.

Kcalb le observó sorprendido, la verdad, no había esperado que la chica hubiese pensado en ese pequeño detalle de su falta de sociabilidad.

—Yo... no sé qué decir, muchas gracias Shiraiwa —dijo mirando a otro lado avergonzado.

Ella negó, sonriendo alegre por el agradecimiento del menor. —No es nada, con mucho gusto... bueno, te dejaré disfrutar de tu almuerzo, es hora de que vuelva a mis deberes.

Con una sonrisa de despedida, Etihw se dirigió a la salida de la azotea, pero Kcalb no la iba a dejar ir así como así, la detuvo. —Shiraiwa. ¿Tu ya almorzaste?

—¿Oh? —se mostró sorprendida antes de negar—. Yo nunca almuerzo. No me agrada la comida de la cafetería y no hay nadie que me prepare algo de comer, así que, generalmente no almuerzo.

Ante la declaración, Kcalb supo inmediatamente que no podía dejarla ir, con todo el valor que tenía, invito a la azabache a comer de su mismo bentō, aunque fuese un poco; ella al inicio se negó, pero luego de unos minutos se hallaba sentada al lado del chico comiendo plácidamente las salchichas que el hermano menor del chico había preparado.

—Wodahs es muy buen cocinero —opinó ella disfrutando de cada bocado.

—Lo sé. Le gusta cocinar —contestó Kcalb con un deje de orgullo. Etihw lo observó un momento curiosa, Kcalb lo notó y se coloró al instante. —¿Ocurre algo?

—No... sólo que te ves muy feliz cuando hablas de Wodahs —explicó irguiéndose de nuevo—. Eso es bueno.

—Oh, bueno... es mi hermano.

—Aunque no se parecen demasiado —comentó ella sin verlo.

—Es porque Wodahs es adoptado —explicó Kcalb con tranquilidad, Etihw volteó a verlo inmediatamente, sorprendida y con todas las intenciones de disculparse, mas el peli-plateado la detuvo—. No tienes por qué disculparte, sé que no lo dijiste con esas intenciones.

—Aún así...

—Wodahs es mi hermano, la sangre no importa, son las experiencias lo que valen... ¿no? —Kcalb le miró, y ella asintió. —Nuestros padres... murieron, quedamos en custodia de un tío que nos desagrada demasiado —y cuando hablaba de "nos" se refería a él mismo—, jamás fuimos con él, alquilamos un apartamento y con el dinero que se digna a mandarnos sobrevivimos.

—Entonces sólo viven Wodahs y tu solos...

—Sí.

—Entonces la razón por la que decidiste no internarte fue no dejar a Wodahs solo —concluyó, Kcalb asintió lentamente. —Mond, es ilegal que dos menores vivan sin supervisión adulta...

—Hemos vivido así por años y años —explicó el chico de ojos oscuros—. No nos han descubierto hasta ahora y pronto seré mayor de edad, así que no hay problema.

—No lo entiendo —dijo Etihw desconcertada—. ¿Por qué me cuentas esto a mí?

Kcalb se quedó callado un momento, como meditando la respuesta y buscando ponerla en palabras no tan comprometedoras, finalmente la observó y dijo en voz baja: —Supongo que me agradas.

Y aunque sonaba algo inseguro y extraño, aquellas palabras hicieron a Etihw sonreír un poco, porque nadie antes había dicho de una forma tan adorable un "me agradas" dedicado solamente a ella.


Blanc-Black: The first yearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora