Capítulo 11.

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Anthony vio alejarse a la jovenzuela, aunque dudó por unos segundos decidió seguirla con mucho cuidado. Violeta después de mucho tiempo empezó a tener miedo, cada vez andaba más deprisa esquivando todo lo que encontraba por su camino.

—¿Porqué estoy sintiendo esto?  —se preguntó a si misma.

Anthony empezó a perderle el rastro cuando se cruzaban con mucha gente y decidió acelerar el paso, estaba tan concentrado en lograr su objetivo y en no perderla de vista que sin querer se tropezó con un arbusto y le dio un golpe a una papelera.

A la misma vez que Violeta se giraba atemorizada por el ruido que acababa de escuchar el muchacho logró esconderse a tiempo entrando a una tienda.

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Minerva sintió como le acariciaba la mano el dueño del despacho. Después de mucho tiempo se sintió tranquila con una persona, pero.. esta vez no era conocida. Una vez la muchacha se quedó en su nube mental pensando en sus cosas mientras Esteban seguía mirándola con preocupación.

—¿Señorita?  —intentó llamar su atención.

Nada. No había respuesta ninguna por la otra parte.

Esteban tosió fuerte para captar su atención , la verdad es que estaba bastante distraída. Minerva se asustó y lo miró.

 —Disculpe.. —dijo tímida.

—¿Se encuentra bien?  —preguntó mirándola—.  ¿Se hizo daño?

Minerva sonrió sonrojada.

—No.. digo si estoy bien no me hice daño  —respondió nerviosa al amable señor  He dicho señor? Si es lo más atractivo que he visto jamás y para colmo es joven..   —se dijo a sí misma.

Esteban le correspondió sonriéndole, la cogió de la mano e hizo que se sentara con cortesía.

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Rubén insistió con una gran sonrisa.

—Anda ya. No seas tonta no molestas  —aclaró.

 — ¿Qué molestias vas a causar?  —preguntó Javier.

Esmeralda miró a ambos muchachos tímida.

—Pero..  —tragó saliva dulcemente.

Javier cada vez estaba más prendado de ella. Era perfecta y dulce hasta tragando saliva. Y ya rojita era.. un espectáculo

—No hay ningún pero que valga. Tú te sientas con nosotros  —afirmó Rubén.

—Lo apoyo   —Javier le dio la razón a su amigo.

Esmeralda suspiró. Esto era tan fuerte que lo que no conseguían un par de renacuajos lo estaban consiguiendo unos desconocidos.

—¿El qué? Convencerla.

Javier se movió hacia Rubén y le ofreció asiento a su lado. La chiquilla se sentó y puso al lado su maleta.

—Gracias  —sonrió.

Rubén no daba crédito con su amigo, estaba cada vez más alucinado por su comportamiento.

—Será cabrito.. como la ha sentado a su lado    —dándole vueltas en su cabeza a lo ocurrido.

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La madre de Michael miró a Arielyn llorando.

—Por favor. Sálvelo es lo único y valioso que tenemos  —suplicó devastada.

—Ayúdelo. Como mi esposa ha dicho es nuestro único hijo y necesitamos tenerlo con nosotros   —añadió el padre con tristeza.

Arielyn los miró a los ojos.

—Estando conmigo tiene muchas posibilidades de recuperarse aunque el pronóstico sea reservado como les he dicho antes. Lo único importante ahora es ser paciente y ver como evoluciona, he tenido casos difíciles y este no va a ser una excepción. Todos han logrado recuperarse —les dijo intentando darles esperanzas y no solo a ellos sino a ella misma, no solo tenía un compromiso con los padres del muchacho.

Los padres se sintieron aliviados con las palabras de la Dra. Detrás de tanta angustia al menos tenía el alivio de que su hijo estaba en buenas manos.

 —Entonces, ¿Usted llevará su caso por completo? —preguntó la madre para asegurarse y quedarse a la vez más tranquila.

Arielyn asintió y lentamente soltó las manos de la mujer. Les enseñó como estaba el caso a través de todos los estudios y se los explicó detalladamente,  incluidos sus pros y sus contras,  de una forma sencilla para que el matrimonio lo entendieran bien a pesar de la gravedad.

—¿Les ha quedado claro?  —pronunció para saber si estaba todo aclarado y lo habían entendido.

— Si. Y ¿Cuándo podremos verlo?  —preguntó el padre a la joven Dra.

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Un capricho del destino©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora