5. Amigos

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Las semanas comenzaron a pasar velozmente entre la escuela, mis amigos y Adrián.

Nos llevábamos mucho mejor de lo que nunca lo habíamos hecho; comenzábamos  formar una bonita amistad, aun no era suficiente con ello para casarnos pero teníamos un año.

No era un mal chico y teníamos mucho más en común de lo que alguna vez llegué a pensar.

Seguíamos en el plan de ir lento y conocernos lo suficiente como para volver serias las cosas entre nosotros. Mi auto estaba aparcado la mayor parte del tiempo ya que Adrián me recogía todas las mañanas en su motocicleta y pasábamos el resto del día juntos, en ocasiones Max o alguno de los amigos de Adrián se unía a nosotros.

Todos los días pasaba 7:30 por mí, excepto hoy, ya que debía ir al aeropuerto a recoger a sus padres.

Casi un mes juntos y las cosas iban bien; aunque, seguro no iba a ser fácil convivir con sus papás en algún momento.

Oprimí el botón del elevador y entré en cuanto las puertas se abrieron.

«Buenos días belleza, ten un magnífico día y piensa mucho en mí.

Te quiero.

Adrián»

Sonreí como toda una tonta. Adrián tenía un buen efecto en mí, lograba mantenerme relajada y hacerme sentir cómoda.

—Abbott — Desde el día en el que había interrumpido mi momento con Adrián habíamos vuelto a usar los apellidos para dirigirnos al otro—, buen día.

—Buen día para usted también, profesor— dije intentando borrar mi sonrisa.

—Veo que ha estado ocupada― sus ojos azules se posaron en mí provocando que me sonrojara como ocurría siempre que él estaba cerca.

—Un poco, nada fuera de lo común, profesor— guardé el celular en mi bolso.

—No es común verla sonreír.

—Todo el mundo dice eso.

—No es la persona más risueña del mundo —guardó las manos en los bolsillos de sus pantalones.

Unos segundos más y las puertas se abrieron dejando pasar a una pareja con un bebé en brazos, Ángel se colocó a mi lado. Ignoré el cosquilleo que recorría mis hombros y miré detenidamente a la pareja.

—Su hijo está muy lindo— ambos giraron en mi dirección.

—Muchas gracias— Sonrieron—. ¿Ustedes planean tener uno pronto?

Me sonrojé mientras miraba de reojo a Ángel.

—Nosotros no... yo...

—Nosotros llevamos poco juntos, tal vez dentro de un tiempo— Ángel me interrumpió. El color había subido aún más a mis mejillas.

¿Por qué había dicho algo así? Negar una relación entre nosotros no era mentir.

—No saben de lo que se pierden— dijo el marido viendo con amor a su familia.

Un par de pisos más y estábamos en el estacionamiento. La pareja salió feliz yo me quedé parada viendo cómo se alejaban.

La nostalgia me invadió y sentí expandirse aquella punzada en el pecho con la que había aprendido a vivir.

—¿Estas bien? ―sentí su mano sobre mi hombro.

—No lo sé —siempre que Ángel estaba cerca mi cerebro parecía arrojar lo primero que se le ocurría.

Piérdeme el respetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora