Capítulo 3

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Daniel entró al comedor, donde estaban nuestros padres. Tomó unos refrescos en lata y un poco de botana.

Estaremos en la habitación - dijo - pero nadie le respondió por estar tan entretenidos en su conversación.

Regresó a la habitación y puso el seguro a la puerta.

Fhernando abrió la ventana y de un brinco saltó al patio.

Esta es tu idea - pregunté - hacer un picnic en el patio??

El soltó una carcajada y me extendió las manos para ayudarme.

Siempre eres tan divertida - preguntó Fher - te conozco hace 10 minutos y ya me caes bien linda.

No soy divertida -respondí- de hecho, soy bastante cruel y la gente siempre cree que estoy bromeando.

Fhernando no dejaba de sonreír. Sacaba mis propias conclusiones sobre él, cosa que siempre he disfrutado hacer. Juzgar a las personas por la primera impresión que me brindan me parece divertido, aunque la mayoría lo encuentre grosero y descortés. Quizás el tipo sufría déficit de atención puesto que se distraia fácilmente, descarté la posibilidad de que tuviera un escaso círculo de amigos basándome en su aparente atractivo o quizás la causa más probable de su sonrisa fuera que me considerara un poco inusual, después de todo, nadie escapa por la ventana con un tipo que recién conoció para evitar una reunión familiar.

Yo iré primero - dijo Fhernando - tú la ayudarás a subir y yo la atraparé antes de que caiga.

Atrapar qué?? - pregunté - al tiempo que vi a ese chico trepar la pared lateral de la casa y pegar un brinco para caer del otro lado.

No es tan difícil - dijo confiado Daniel - en la pared hicimos unos. .

Están locos?? - Daniel me veía divertido - Dany, la pared mide más de cuatro metros, como diablos voy a subir o peor aún, como voy a bajar.....

Querías escaparte no?? - rió - no te vas a echar para atrás Noémi.

Pero como diablos....

Es sencillo - me interrumpió - en la pared hicimos unos huecos. Los vas a usar para escalarla. Al llegar arriba, brincas y Fhernando te va a atrapar.

Antes de poder pronunciar una palabra, Daniel me había girado de frente a la pared y me empujaba para empezar a subir. Lo que realmente me preocupaba, era la idea de que Fhernando no estuviera alli para atraparme.

Tienes que dejarte caer linda - gritó Fher - no pienses en que te puedes quebrar un pié.

Muy chistosito Fhernando -le dije tratando de no entrar en pánico - y en cuestión de segundos, Fhernando me sostenía en sus brazos.

Entre Armas Y RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora