capítulo 2

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Una luz cálida entraba por la ventana de su habitación. Su madre la zarandeaba suavemente por los hombros para que se despertara. Como pudo ver en su reloj de mesa, eran las siete de la mañana.
-Lily despierta, tienes que prepararte si queremos llegar con tiempo.
Depositó un suave beso sobre su enmarañado pelo rojo y abandonó la habitación.
Un bostezo salió de su boca, estiró sus huesos agarrotados por el sueño y se levantó con un ágil salto como solía hacer de pequeña, aunque esa vez le costó algo más, al fin y al cabo, ya no era una niña. Se duchó y vistió los más rápido que pudo, como si así fueran a salir más rápido de casa. Terminó de guardar lo que le faltaba en el baúl y a las nueve ya estaba lista. Se sentó a esperar en su mullida cama y miró alrededor. Su habitación estaba tal y como la había dejado siete años atrás, la primera vez que había subido al tren hacia Hogwarts. La cama, el escritorio debajo de la ventana lleno de libros apilados unos encima de otros, una estantería blanca repleta de libros ordenados y algunos recuerdos como tazas o postales traídas de otros países por sus seres queridos y su parte favorita de la habitación, su pared de fotos. Una pared repleta de fotografías desde que era pequeña hasta su edad actual, una pared repleta de recuerdos de su infancia y adolescencia junto a las personas más influyentes de su vida, sus padres y abuelos, su hermana, sus amigos, su novio. Lo único que había cambiado eran las fotos en movimiento que ahora adornaban su pared. Sonrió para sus adentros, su vida había cambiado muchísimo desde que una lechuza negra había aparecido en su casa para comunicarle su ingreso en Hogwarts, y la prueba estaba en aquellas fotografías en movimiento.
Unos suaves golpes en la puerta la sacó de sus pensamientos, su padre asomó la cabeza en la pequeña apertura de la puerta para avisarla de que se iban. Cogió su baúl y echó un ultimo vistazo a su habitación antes de salir por la puerta.
Atravesaron la plataforma del expreso hacia el andén nueve y tres cuartos diez minutos antes de las once. Se abrían paso entre los emocionados alumnos que volvían a clase un año más o los que por primera vez se subían a aquel tren. Se despedían de sus familiares con radiantes sonrisas en la cara y saludaban a sus amigos con grandes abrazos y besos en las mejillas. Sus padres la ayudaron a colocar las maletas y se despidió de ellos con un beso, abrazó a su hermana con un poco de cuidado de no molestarla y se fue en busca de un compartimento libre. Saludó a algunos alumnos conocidos de diferentes casas buscando entre ellos a sus amigos. Había divisado un compartimento libre al final del pasillo cuando unas manos taparon sus ojos.
-¡Sorpresa Lils!
-¡Cassie!-unos brazos rodearon sus hombros en un cálido abrazo que había echado de menos durante todo el verano. El pelo negro de su mejor amiga entró en su campo de visión cuando se dio la vuelta para abrazarla en condiciones.
-Te he echado de menos Lils, que ganas tenía de verte.
-Y yo a ti, perdona por haber estado incomunicada últimamente, no se que me ha pasado.
-Tranquila, tenemos un viaje entero para ponernos al día.-dio unos pequeños saltitos de alegría mientras cogía la mano derecha de Lily y la guiaba hacia el compartimento libre.
-¿Donde está Rose?
-Ahora viene, estaba haciendo ojitos con un chico de Hufflepuff.
-Que raro, la ligona de Gryffindor tiene un nuevo novio, a ver cuanto le dura.
-Una semana como mucho, ya la conoces.
-Seguro.
Ambas se sentaron al lado cogidas de la mano mientras conversaban animadamente sobre sus vivencias en verano, sobre como Cassie había conocido a un chico en una playa de Francia y de como habían tenido que romper su relación por la distancia que los separaba. Estaba contando lo curioso que se le había hecho estar rodeada de muggles durante tanto tiempo cuando la puerta del compartimento se abrió de un golpe. Se levantaron rápidamente sobresaltadas por el ruido pero soltaron una carcajada cuando vieron un pelo negro como el azabache.
-¡Will! Siempre igual de patoso.
-Lo siento, se me ha resbalado la manilla de las manos.-una sonrisa tímida apareció en sus rosados labios.
Lily se abalanzó a sus brazos como hacían siempre que se veían después de una larga espera. El intenso olor a colonia que desprendía el chico la envolvió y cerró los ojos para disfrutar de aquel momento, lo había echado de menos. Este depositó un suave beso sobre los labios rojos de Lily.
-Vale parejita, tenéis un curso entero para estar juntos, no me dejéis aquí mirando.-se había cruzado de brazos y esbozó una mueca de disgusto.
-Está bien cascarrabias, siéntate con nosotros Will.
Cassie se sentó en frente de la pareja que estaba cogida de la mano, los ojos azules como el océano Antártico de Will no quitaban la vista de el precioso cabello rojo de su pareja. Los tres amigos pasaron el resto del viaje contando todo lo que habían hecho en verano hasta que empezaron a divisar campos que se hallaban cerca de Hogwarts. Unas tierras verdes como un mar de hierba se alzaban ante ellos y a lo lejos, se erguía la figura de la milenaria escuela se recortaba contra el atardecer, alta y majestuosa. Casi estaban en casa. Se vistieron rápidamente con las túnicas del colegio y salieron al pasillo con los baúles al igual que el resto de los alumnos.
El tren disminuyó poco a poco la velocidad hasta pararse por completo. Los alumnos de primer año iban delante para poder reunirse con Hagrid los primeros, que como siempre, los llevaría hasta la escuela por el Lago Negro en unas pequeñas barcas, unas vistas que nunca se olvidan.
Ya fuera del expreso todo era un caos, todos los alumnos intentaban avanzar los más rápido posible para llegar al Gran Comedor y no perderse la ceremonia de selección. Los ojos de Lily buscaban el cabello plateado de Rose entre la multitud, pero seguía sin aparecer. Se topó con unos ojos castaños que la miraban intensamente unos metros atrás y al ver quien era, apartó la mirada rápidamente.
Will entrelazó sus dedos con los suyos y tiró de ella suavemente para que avanzara y pudieran coger un carro. Se montaron en uno con un par de alumnos de Ravenclaw de cuarto año. El viaje fue silencioso y durante todo el trayecto, notó unos ojos clavados constantemente en su nuca.

Lily and James Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora