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-¿Sabes como se llama eso, Kathy?

-Es Keyla.

-Como sea. Se llama un gran hombre estúpido.- musite, riendo al final y tocando el hombro de mi nueva amiga.-¿Y te digo que es lo peor, Kayla?

-Keyla.

-¡Que ni siquiera esta aquí! ¡Tuvo el descaro de invitarme y no presentarse el! ¡Me siento como un árbol; plantada, amiga mía!

-No soy tu amiga, chica ebria.

-Pero Kendra, el me hace sentir algo. No son mariposas, porque yo jamás he sentido algo en el estómago, sólo vómitos. Y no siento ganas de vomitar cuando lo veo, obviamente. Pero es un completo idiota. Un idiota y medio. Lo odio.

-¿Bieber?- gire la cabeza, un poco desconcertada y Nathan estaba enfrente de mi.-Wow.

-Me dejaste medio plantada, no tienes que decir 'Wow'.  Llegaste una hora después, ¿Que clase de invitación es esta? Debes agradecer que no me fui, pero ¿Sabes que? Ahora me voy.- enterré mis uñas en el brazo para no abrazarlo -o golpearlo, cualquiera de las dos es posible- cuando pase tambaleando a su lado.

Cuando salí del local, era muy tarde y no había paparazzis, gracias a dios. La brisa golpeó mi cara y mis cabellos salieron disparados en todas las direcciones. Casi tropiezo con mis propios pies, pero puse mis manos en frente de mi para tocar y apoyarme en la pared.

-No te vas a ir así, Kirstie.

-¿Ah no? Observa, guapo.-seguí caminando, apoyada en el auto.

-¿Es tu auto?- pregunto, parándose en frente de mi. Choque con su pecho y reí entre dientes, apoyando mi frente en su pecho.

Olía a perfume. No era tan fuerte, pero me hacia calmarme, hacia que me sintiera bien, cómoda.

-¿Porqué? ¿Te aprovecharás de la estúpida ebria y me robarás?

-No se que es más estúpido.- dijo, mientras lo rodeaba y movía mis manos, intentando abrir el auto. Reí y eche mi cabeza hacia atrás cuando recordé que necesitaba las llaves.-Que intentes conducir, o siquiera abrir la puerta así de ebria.-Dijo, entre dientes. Fruncí el ceño y deje de buscar las llaves en el bolsillo al notar su tono enojado.-¿Acaso no te quieres ni un poco?

-¿Sólo viniste aquí a decirme eso? Es extraño, porque no estoy molesta. Eres raro.

-¿Yo soy raro?

-Si, me haces sentir rara. Como que me- pensé.- me lo contagias.

Me estaba abriendo a el. Ebria. Y Dios, eso no es bueno. No saben cuantas burradas puedo decir ebria. Ni yo lo se. Es como si Kirstie Jenner se convirtiera en una Miley Cyrus con más ropa y no bisexual.Algo así.

-Vamos.- dijo, empezando a tocar el bolsillo de mi jean ajustado y yo grite, golpeándolo.

-¡Déjame! ¡No me toques! ¿Qué mierda haces?

-¡Buscando las llaves! ¡Sólo busco las malditas llaves!- grito, tomando estas y poniéndolas frente a mis ojos.

Observe las llaves y después a el, como unas tres veces.-Entonces enserio me lo robaras. Bueno, eso sólo funciona con mi voz, ya sabes el GPS, y lo...bueno no se como se dice, pero haré que lo busquen y te secuestren.

-Sh sh.- abrió la puerta de copiloto y me sentó. Yo suspire, recostando mi cabeza en la suave tela del asiento.
El se deslizo a mi lado y cerró la puerta, dejando el auto en silencio.

-Suena cliché, pero no tenías porque sacarme de allí.

-Tu decidiste salir.

-Es lo mismo.- suspire, y pasaron unos minutos en los que ninguno dijo nada.
Mis ojos se fueron cerrando y no quería dormir, ya que tenía que estar consciente. Quería.

Estire la mano y encendí la radio. La canción de Lean On, se reproducía y yo susurre cada parte bajo.

-Blow A Kiss, Fire a gun, We Need Someone to lean on.
Blow a Kiss, Fire a gun, all We Need is somebody to lean on.

Cante mientras movía levemente mi cabeza -y parte de mi cuerpo se movía igual- al ritmo de la canción. Recuerdo cuando de pequeña quería aprender baile árabe, hasta que vi los colores chillones que estos tenían y decidí no hacerlo.

-¿puedes hacer silencio? Estoy pensando.- ahora el estiro su mano y apago la radio. Volví a encenderla y sonreí.

-Mi auto.

Apagada.

-Yo estoy en el piloto.

Encendida.

-Sigue siendo mi maldito y caro auto.

-¿Vale? Basta. ¿Sabes que? Nos iremos a mi casa.

-¿Qué? ¿Que? Oh, no no, no. No. Llévame a mi casa.

-¿Quieres llegar a tu casa, Jenner? ¿Dónde esta tu familia? ¿Cámaras? ¿Preguntas? ¿Her...

-Okay. Entiendo. Vamos a cualquier lugar que no sea mi casa.

El asintió y salió de esa calle, el sonido casi ya inexistente de la música del club que dejamos atrás, era lo único que dañaba el perfecto silencio.

Unos minuto después, en los cuales sólo se escuchaban mis suspiros y cuando movía mis pies, Nathan hablo.

-¿Tienes hambre?

-Tengo ganas de vomitar. Migraña. Sueño. Frío. Ocupémonos de eso y luego de mi hambre, ¿vale?

-Como sea.- gruño, manejando con una sola mano, mientras que con la otra la ponía en su mejilla.

-¿De qué querías hablar?

-prefiero hacerlo cuando estés sobria.

-Estoy sobria. Tal vez irritada, pero ya no estoy ebria.

-Bien.-Suspiro, yo espere.-Entonces después.

***

La casa de Nathan era como cualquiera aquí en las Islas Canarias. Era muy marrón y muy monótono, pero cómodo y lindo.

-Iré por chocolate o algo así. ¿Quieres algo?- el metió las manos en los bolsillos de sus jeans y se giró hacia mi, siguiendo mis movimientos.

-Es extraño, pero quiero chocolate.- el asintió, antes de darse la vuelta y entrar por una puerta.

Me senté en el sofá, recostando mi cabeza en este y acomodando me. No recordando lo cansada que estaba, ya que era madrugada y tampoco recordando que el sofá era cómodo. Tal vez demasiado.

«La Tercera Jenner»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora