Capítulo 6: "Sé quién eres".

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Capítulo 6

Argus y el señor Borchrevnik intercambiaron una mirada desde ambos extremos de la amplia mesa del desayuno, en un silencio tenso, expectante. Haakon mantenía aquella sonrisa de autosuficiencia que Argus tanto le crispaba los nervios. Además, estaba inquieto desde que Engla se había marchado. Desde lo sucedido por la noche y las revelaciones que Elsa le había contado desde los labios de la chica, no le gustaba dejar a Engla sola. ¿Y si Gudrun la estaba acechando, lista para atacar? Argus no podía permitirlo. Si a Engla le sucediese algo, estaría incumpliendo la promesa que le había hecho a Elsa.
Y Argus consideraba que ya la había decepcionado bastante.
-Si me disculpa, señor, voy a retirarme.-anunció Argus, levantándose de la mesa. Se giró, dispuesto a marcharse, pero la voz del señor Borchrevnik lo detuvo en seco.
-Aguarda un momento, Argus, tengo muchas cosas de las que hablar contigo.
El aludido apretó los puños.
-Pero...
-Mi hija ha salido con un chico.-lo cortó- Estará bien.
Argus se volvió para mirarle, anonadado. ¿Cómo había sabido que estaba pensando en Engla? Su mirada se tornó amenazadora y, aunque cualquier otra persona habría apartado la suya, atemorizado, el señor Borchrevnik no apartó la vista de él, impasible, con las manos cruzadas encima de la mesa.
-Siéntate, por favor.-continuó Haakon al ver que el joven no pronunciaba palabra- Me gustaría hablar contigo de muchas cosas.
Argus quería marcharse de allí ahora mismo y averiguar dónde estaba Engla, pero también le interesaba lo que pudiera averiguar en aquella charla que iba a mantener con aquel hombre que tanto le escamaba. No tenía otra opción: volvió a sentarse lentamente y mirando a su interlocutor con suspicacia.
-Usted dirá.
-Sé quién eres.-respondió Haakon sin más rodeos- Eres Argus, el chico de las Montañas, el padre del príncipe Kai.
Argus alzó las cejas, sin sorprenderse. No se le escapaba la perspicacia de aquel hombre.
-Engla también lo adivinó enseguida.
-Pero hay cosas que Engla aún no se ha planteado, ¿verdad? Porque a pesar de lo segura de sí misma que parece, aún está confusa tras su accidente en el hielo. Por ejemplo, ¿me equivoco si digo que mi hija no te ha preguntado por qué aún tienes ese aspecto de veinteañero,  si se supone que ha pasado un siglo de la muerte de Elsa?
Argus abrió la boca para replicar, pero Haakon no le dejó continuar.
-Puede que ella no se lo haya planteado, pero yo sí. Y sé la respuesta. Es cierto lo que cuentan las leyendas, ¿verdad? Eres un hombre lobo.
Argus esbozó una media sonrisa y se inclinó ligeramente hacia el señor Borchrevnik. Los ojos marrones del hombre lo estudiaban atentamente desde el otro lado de la mesa, y Argus tuvo que reconocer que su mirada rebosaba poderío.
-¿Y si ya conoce la respuesta, -preguntó- por qué me lo pregunta?
Haakon sonrió. No fue una sonrisa agradable.
-Porque quería oírlo de tus propios labios, muchacho. Tu sangre corre por mis venas. Desciendo del príncipe Kai, y Engla también.
Aquellas palabras sí que impresionaron a Argus, pero se mantuvo en silencio, expectante.
-No meta a Engla en esto, señor Borchrevnik.-replicó Argus.
-Oh, pero yo creo que es necesario que hablemos de ella.-contestó, como si fuera lo más obvio del mundo- Porque ella guarda un gran parecido con alguien que te importa. Y ese parecido te llevará a...
-La similitudes de Engla y Elsa no me influyen en nada.-lo cortó Argus, que empezaba a enfurecerse- No hable de mis sentimientos si no sabe nada de ellos.
Haakon le dedicó una sonrisa sarcásticamente afable.
-Pero mi querido muchacho, yo lo sé todo sobre ti.
Aquellas palabras golpearon a Argus como una bola de demolición. Aquel hombre rechoncho y de apariencia corriente era mucho más de lo que aparentaba, de eso estaba seguro. Pero... ¿Quién era? Y lo más importante: ¿qué pretendía?
Ambos hombres permanecieron unos instantes en silencio, evaluándose con la mirada; Argus pretendiendo desentrañar todo el misterio que rodeaba a aquel hombre, y Haakon mantenía una sonrisa satisfecha en el rostro, como si hubiera disfrutado de una sustanciosa y deliciosa comida. La tensión podía palparse entre ellos, a pesar de la actitud aparentemente distendida de Haakon. Fue él quién se encargó de romper aquel incómodo silencio, diciendo:
-Vaya, creo que Engla debería tener cuidado. Hace mucho frío ahí fuera...
¡Engla! Después de lo que el padre de ella y él habían hablado, le parecía una paupérrima idea no estar vigilándola. Con una agilidad animal, saltó de su asiento y corrió hacia el exterior del castillo, en pos de Engla.
La sonrisa de Haakon se ensanchó.
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El Poder del Hielo (Segunda Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora