[SEIS]

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No sé por qué razón, dentro de mí estalla una tormenta cuando me cuentan de ti.

JOAQUIN SABINA

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KEA

—¿Quieres salir de aquí? —pregunta dando un pequeño paso hacia atrás.

Siento que la sangre me truena en los oídos y las rodillas me tiemblan al ver su típica sonrisa dirigida hacia mí. Por un momento creí que me gritaría o algo, pensé haber visto molestia en sus ojos, pero al parecer todo fue mi imaginación.

Miro sus ojos y por primera vez me doy cuenta de lo bonitos que son. Una mezcla de gris y azul que jamás había notado. Cuando veo sus cejas elevarse como esperando que diga algo recuerdo que me ha hecho una pregunta, sin embargo no puedo recordar cuál es.

—Uh... —Frunzo el ceño en mi intento por recordar qué era lo que cuestionaba y entonces lo hago—. Oh, sí, si quieres. —Me encojo de hombros y siento el celular vibrar en mi bolsillo.

—Bien entonces. Solo deja voy por las llaves.

Asiento y espero a que entre a su casa, entonces aprovecho para sacar mi móvil y comprobar el mensaje. Es Alex.

¿Nos bemos hoi?

Hago una mueca por sus horrores ortográficos y no me molesto en responder. Hoy tampoco tengo ganas de que nos encontremos. Espero que entienda mi falta de respuesta como la negativa que es.

La verdad es que solo estuve con Alex por la distracción que me proporcionaba. Me hacía reír y besaba bien, además de que no es feo, y por eso me quedé con él. Pero ahora... el que ocupa mis pensamientos la mayoría del tiempo es un chico que parece no tolerarme del todo.

El sonido de unos pesados pasos a mi espalda me hace girar para ver caminar a Fidel con prisa, su ceño se encuentra profundamente surcado y casi puedo sentir la molestia radiando de su cuerpo.

—¿Qué pasa? —pregunto curiosa cuando pasa a mi lado.

Es increíble cómo parece haberse molestado de la nada. ¿Tal vez algún problema con su mamá? Me muerdo la lengua para no hacer otra pregunta. No contesta la primera que hice, no obstante me toma del brazo y me dirige hacia su auto.

Una vez dentro, enciende el motor y yo hago lo mismo con la radio. Una canción que he oído antes comienza a sonar y la canto... aunque en realidad no sé la letra.

Me hallo mirando por la ventana cuando una risa a mi lado me llama la atención. La molestia de Fidel parece haberse evaporado y sus ojos brillan genuinamente divertidos.

—¿Qué? —cuestiono. Sacude su cabeza de lado a lado y entonces vuelve a reír.

—Cantas horrible, ¿lo sabías?

¿Perdón? Mi primera reacción es indignarme, sin embargo luego me pongo a pensar y... Sip. Tiene razón. Cantar no es una de mis virtudes. Ni bailar. Ni conversar. Ni despertar temprano... En realidad no cuento con un gran repertorio de talentos para maravillar a la gente.

Me encojo de hombros y saco mi mano por la ventanilla abierta, mis ojos siguiendo los movimientos de mis dedos.

—No me importa. Me gusta cantar. Es divertido.

Fijo mi mirada en su perfil, en su concentración al conducir, y veo cada uno de los gestos y muecas que hace sin ser consciente.

—Es una tortura —bromea. Entrecierro mis ojos y le doy una ligera palmada en el brazo.

Besos que curan [ADL #2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora