Capítulo 1

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Sueño repetitivo.

Pesadilla repetitiva, más bien. Era imposible que eso fuese un sueño.

Llevó su mano izquierda hasta su frente, y se relajó de golpe al saber que estaba vivo, que los disparos, la sangre y el estridente ruido eran producto de su enferma imaginación.

Cuarta noche, cuarta pesadilla consecutiva. ¿Cuándo empezó a sentirse tan claustrofóbico en su propia casa? Sentía que las paredes iban a exprimirlo, y el gran espejo pegado en su techo le devolvía un reflejo penoso; tenía los ojos muy rojos, la piel más blanca de lo normal, y estaba empapado en sudor.

Decidió recuperarse por completo antes de ir a recorrer su hogar para buscar a HyeSun, no la vio a través del espejo y su lado de la cama estaba frío, por lo que dedujo que llevaba fuera de ésta, como mínimo, un buen par de minutos. Pensó en ir a prepararse un café, pero eso lo pondría hiperactivo y no era lo que quería, así que se fue derecho hasta el único lugar donde su pareja podría estar: el estudio.

Sin molestarse en tocar, entró y se encontró con una vista que le robó el aire unos segundos: HyeSun estaba arrodillada frente al caballete, derrochando decisión con su cuerpo y expresión indescifrable. Mordisqueando la manga de su estropeado delantal, levantó la vista hasta el recién llegado y enarcó una de sus cejas.

— ¿Vas a entrar? —el tono duro de su voz le indicó que no estaba de buen humor, y lejos de preocuparlo, le agradó.

Sin más que asentir con la cabeza, pasó y se sentó a su lado.

—Estás exigiéndote demasiado, ¿no crees?—emanó una sonrisa, y se acomodó en el hueco que se formaba entre su hombro y su cuello para plantar un beso, y succionar despacio.

—Yoongi, no—lo alejó tanto como pudo, y suspiró—. Sabes que no puedo atrasarme, y también sabes que odio ser irresponsable.

Y Yoongi sabía todo eso.

Pero no sabía que su pareja podía rechazarle así de nuevo.

De nuevo, porque no era la primera vez, ni la cuarta... tal vez ya era la décima, y él comenzaba a cansarse.

Resopló lo más fuerte que pudo y se puso de pie, dando un portazo infantil, estúpido, y que daba a entender que estaba frustrado sexual y emocionalmente, cual adolescente caliente, pero no era así. Estaba cansado de su pareja. No del todo, no de todo. Pero sí de mucho.

¿Cuándo HyeSun se había vuelto tan materialista? ¿Cuándo la pasión se había vuelto una ambición?

Ganaban buen dinero juntos, y por separado. HyeSun era pintora, y muy famosa en Corea, además de solicitada. Yoongi era compositor y productor, tenía un club de alto prestigio por apradrinar a bandas y solitas que luego eran derivados a empresas de entretenimiento; todos entraban siendo muy pequeños, débiles, amateurs y luego de un par de semanas, si tenías lo requerido, te descubrían y estabas dentro. El club era suyo, pero HyeSun solía administrarlo porque era buena en eso, y porque a Yoongi le gustaba complacerla.

El problema vino cuando ella se obsesionó, por así decirlo. Nunca estaba conforme. Siempre quería más y más dinero.

¿Cómo Yoongi no lo notó antes?

Su relación estaba fría como el hielo, y si bien adoraba a la mujer, no estaba dispuesto a cargar con una relación que no lo hiciese feliz.

Confundido y dolido como estaba, fue a la cocina prendiendo de paso todas las luces. Aún no amanecía y estar a oscuras en ese estado lo ahogaba. Se sirvió agua fría y dejó caer el vaso al suelo, con el corto pero retumbante sonido de los cristales partiéndose y haciendo eco en su cabeza.

Encantado, Jimin [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora