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Ambos seguían en el suelo.
El silencio solo era roto por el jadeo entrecortado del vicecapitán y el sonido húmedo de la respiración irregular del alfa inconsciente.
Hoshina mantenía el cuerpo del capitán recostado entre sus brazos, intentando no perder el control.
El calor del otro se filtraba a través de su ropa, su piel ardía.
El aire seguía saturado, pesado, cargado de esa mezcla intoxicante de feromonas y sudor.
Su respiración tembló.
—No ahora, por favor... —suplicó entre dientes, con la voz quebrada.
Sus piernas empezaban a entumecerse, el cuerpo le dolía, y su pulso era un caos. Si no fuera por los inhibidores que aún circulaban en su sistema, hace rato habría sucumbido al instinto.
Habían pasado más de veinte minutos desde que Narumi se había desplomado, y el olor seguía impregnando cada centímetro del lugar, negándose a disiparse.
El chirrido metálico de la puerta rompió el ambiente denso.
Una ráfaga de aire frío entró, empujando con ella un nuevo olor: desinfectante y látex.
Varios hombres irrumpieron con máscaras de gas y trajes oscuros, sus pasos resonaban pesados contra el suelo. Rodearon con precisión militar a los dos cuerpos en el centro del salón.
La escena parecía sacada de un campo de contención biológica más que de una sala de entrenamiento.
Hoshina levantó la vista con el rostro perlado de sudor y las mejillas ruborizadas.
Aun jadeante, sostuvo la mirada de quien acababa de entrar.
Hasegawa.
También portaba una máscara, y su mirada, aunque endurecida, delataba un atisbo de preocupación.
No necesitaba palabras para preguntar qué había sucedido.
El vicecapitán, exhausto, simplemente negó con la cabeza, apretando los dientes mientras sentía cómo el temblor en sus manos se intensificaba.
La tensión era tan palpable que incluso el aire parecía vibrar.
Hasegawa respiró hondo, dio una señal con la mano y los médicos se acercaron de inmediato.
En ese instante, la diferencia entre instinto y humanidad se redujo a una línea delgada...
y ambos hombres estaban peligrosamente cerca de cruzarla.
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Había entrado en su rut.
El capitán Narumi Gen finalmente había caído presa de su primer ciclo alfa.
El aire en la enfermería era denso, cargado con un aroma que, incluso a través del sistema de ventilación, lograba filtrarse: una mezcla metálica, cálida, peligrosa.
Hasegawa permanecía fuera de la sala de pacientes, con las manos cruzadas detrás de la espalda y la mirada fija en el cuerpo del capitán al otro lado del cristal blindado.
Narumi yacía sobre la camilla, sujetado con correas gruesas en muñecas y tobillos. Su respiración era irregular, los músculos de su abdomen se contraían con fuerza bajo la tela del uniforme médico, y un suero transparente descendía lentamente por la línea intravenosa.
El monitor a un costado marcaba un pulso acelerado, errático, acompañado del sonido monótono del oxímetro.
Cada pitido era un recordatorio del descontrol latente que habitaba dentro de ese cuerpo.
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DISTORTED『nrhs』
FanfictionEl claro ejemplo que toda acción tiene una reacción igual pero contraria, y que el egoísmo puede cegarnos por completo hasta llevarnos al punto de lastimar a quienes más nos aman. ─Si no te salvas tú mismo, nadie más lo hará por ti. Eres tú quien se...
