<Capitulo 4>

119 11 0
                                        

Pov Lumi

Llegamos temprano al set, como de costumbre.
El ambiente estaba más tranquilo que otros días: música suave, algunos desayunando, otros practicando pasos frente al espejo.

Yo entré con Liamani, hablando de cualquier cosa, hasta que noté cómo varios nos miraban.
Bueno, me miraban.

Brooklyn fue la primera en hablar.

—Bueno, una cosa es que ayer te haya traído —dijo con una sonrisa burlona—, pero que te hayas quedado a dormir en su casa... ya es otra cosa.

—¿Perdón? —dije confundida.

—Sí, sí, todos sabemos que te quedaste a dormir donde Barton el día de la reunión —canturreó Ava, disfrutando el drama—. ¿Por eso no querías ir, no? Para quedarte con él.

Sentí cómo me empezaba a hervir la sangre.

—Primero que todo —dije, alzando la voz—, él solo me había llevado hasta mi casa. Todo normal hasta ahí. Pero alguien se llevó mis llaves también y no pude entrar.

Dirigí la mirada hacia Liamani, que se tapó la boca para disimular una risa nerviosa.

—Y como la solución que me dieron fue irme a un hotel... —continué, todavía molesta—, Malachi me ofreció quedarme en su casa, en el cuarto de invitados, obviamente.

Para ser las ocho de la mañana, ya me sentía agotada.

El silencio que quedó después fue casi gracioso.
Malachi no estaba en ese momento —no sé ni me importaba dónde estaba—, pero todos parecían necesitar que yo confirmara un chisme.

Después del primer ensayo (solo de chicas), fui a buscar un lugar tranquilo donde pudiera escuchar música sin que nadie me preguntara por Malachi.

Estaba eligiendo una canción cuando escuché ruidos detrás de mí. Los ignoré; no tenía ánimo para nada.

Apenas empezó a sonar Close to You de Gracie Abrams, levanté la mirada... y lo vi.

Primero salió una chica —creo que era hija de alguien de producción— y luego, detrás de ella, él.

Malachi.

Me quedé inmóvil unos segundos. ¿Por qué tenía que estar en todos lados?

Él me vio, sonrió con una mezcla de pena y sorpresa.
Yo solo di media vuelta y empecé a caminar. No quería, ni podía, lidiar con eso en ese momento.

Pov Malachi

No estoy seguro de cómo las cosas escalaron tan rápido. Un momento estaba intentando concentrarme en la coreografía, y al siguiente, el aire se había vuelto denso con el cansancio acumulado y la cercanía.

La hija de una de las productoras se me había acercado. Tenía esa confianza despreocupada que desarma, el tipo de actitud que invita al juego sin compromiso. Era solo una conversación, una manera de aliviar la presión. De repente, estábamos demasiado cerca. Demasiado.

Y antes de que mi cerebro registrara la estupidez del acto, mis labios ya estaban ocupados. Fue un beso efímero y ligero, sin peso emocional, más una distracción desesperada que cualquier otra cosa.

Supongo que una parte de mí solo necesitaba silenciar el ruido ensordecedor de los ensayos, las expectativas y el jet lag emocional que arrastraba.

Cuando nos separamos, ella se rio suavemente, la mano todavía rozando mi cuello con una familiaridad que no le había dado.

—No esperaba que me siguieras el juego, Malachi —dijo, la diversión en sus ojos era genuina.

—Yo tampoco —admití, sintiendo una media sonrisa torpe dibujarse en mi rostro.

Off ScriptWhere stories live. Discover now