Preguntas

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Britdi

Volteo tan rápido hacia Liam que me mareo un segundo. Está apoyado en el marco de la puerta de su habitación, mirándonos como si todo el universo se hubiese detenido en ese punto. Sus ojos verdes, intensos, brillan bajo la luz tenue. Siento que me arden las mejillas, que la sangre me golpea las sienes, y bajo la cabeza hasta posarla en mis muslos, tratando de ocultar el rubor y el temblor de mis labios. De reojo veo a Delfina ponerse en pie y pasar junto a él sin decir nada, dejándome sola. Sola con Liam.

Mis manos empiezan a sudar, un frío extraño me recorre los brazos y mi respiración se hace entrecortada. Levanto la vista con cuidado, como si su mirada pudiera quemarme. Él sigue ahí, inmóvil, con los brazos cruzados, su cuerpo llenando el marco de la puerta. Su mirada verde está clavada en mí, tan directa que siento que me desnuda por dentro. Tomo una bocanada de aire para no desmayarme.

—¿Q-qué? —mi voz sale rota, nerviosa, apenas un susurro. Estoy temblando y no puedo ocultarlo.

—Pregunta lo que quieras —responde con calma, cruzándose aún más de brazos. Su tono es bajo, seguro, y eso me hace tragar saliva.

Me pongo en pie torpemente, sintiendo cómo las piernas me pesan.

—No quiero saber nada —digo, pero mi voz es débil y temblorosa. Sus ojos me taladran, y sé que puede ver que miento.

—Ya —responde, como si mi mentira le resultara obvia. ¡Dios! ¿Soy tan mala mintiendo?

—Y si me disculpas, me tengo que ir —murmuro, caminando hacia la puerta, que me parece demasiado lejos. —Supongo que a tu futura esposa no le agrada que yo esté aquí —pronuncio “futura esposa” con amargura, sin intentar disimularlo.

—¿Cuál futura esposa? La única es la que está yendo a la puerta ahora mismo —su voz detrás de mí me hace detenerme de golpe. El corazón me late tan rápido que siento que me va a estallar en el pecho.

Llego a la puerta y trato de abrirla, pero no se mueve. Está cerrada con llave. ¡Claro! ¿Cómo no lo pensé? Me giro lentamente para mirarlo.

—Abre —exijo, pero su sonrisa se curva en unos labios tan peligrosos y sexys que deberían ser ilegales.

—No —dice, entornando los ojos.

—Hijo de puta, abre la maldita puerta —mi voz ya no es temblorosa; ahora es rabia pura, mezclada con miedo y deseo.

—No. No hasta que te sientes y me preguntes lo que quieres saber —su tono es más duro, antes de añadir, con un dejo de molestia —No me gusta que le andes preguntando cosas a otros sobre mí cuando puedes preguntarme a mí.

Sus palabras me atraviesan como una descarga eléctrica.

—¿Entonces lo que quiera saber me lo contestarás con la verdad? —le pregunto, cruzándome de brazos.

Su mirada baja de mi rostro a mi pecho, que se eleva y desciende rápido por la respiración agitada. Cruzo más fuerte los brazos, pero solo consigo remarcar mis curvas. Una oleada de calor me estalla en el centro del cuerpo. Él levanta la mirada de nuevo y sus ojos verdes, ahora más oscuros, regresan a los míos. ¿Todavía lo excito?

Peligrosa atracción #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora