La tierra comenzó a temblar y nos agarramos fuerte al pavimento, miles de luces brillaron creando columnas de luz, las nubes se arremolinaban, los autos comenzaron a flotar a milímetros del suelo. Estaba ocurriendo de nuevo, esas cosas sabían que tenían las de perder.

—¡Tenemos que correr hacia la bahía, tienen que hablarles a todos los que puedan y que nos ayuden! —grité hacia uno de los tenientes quien sólo asintió y comenzó a hacerse señas a sus compañeros quienes de a dos se fueron montados en un vehículo normal.

—Tienes razón —murmuró y corrimos todos en dirección a la bahía.

Pero al llegar el caos era inminente, muchas palmeras incendiadas, gente sin camisa que trataba de defenderse de criaturas que tenían el cuerpo gris y siseaban para infundir temor, tenían el mar a sus espaldas pero no se metían, permanecían en el borde, corriendo rápido tomaban al primero que podían y se lo engullían, las viseras, la sangre era todo lo que decoraba aquel desastre.

El teniente dio órdenes y los demás se movieron en sincronía en modo de defensa y ataque al mismo tiempo. De reojo pude ver que las personas echaban un líquido en el agua de la había, yo sólo esperaba que no fuese combustible, eso sólo sería darme cuenta que como humanidad ya estábamos completamente jodidos y que esas criaturas tenían la razón.

Encendieron una mecha con una botella y la tiraron al mar quien en su superficie se alzó el fuego, una de las criaturas hizo un horrible sonido, el fuego le había alcanzado, comenzaba a derretirse y desaparecer, aquello alerto a sus compañeros quieres cambiaron y quería correr entre la gente; las armas sonaron y todos quería pelear. Por mi parte me limité a ver todo el escenario, no era un cobarde, por mi hermana no lo sería más y menos por Misael.

Tome un pequeño tubo de metal y arremetí contras las criaturas que gritaban intentando escapar, si escapaban se disfrazarían de nosotros y no podíamos permitirnos otro error así. Esta vez no iban a borrarnos la memoria, rezaba por que Michael resistiera, rezaba porque Misael despertara, rezaba por el descanso de mi hermana, rezaba por la humanidad en general. La tierra tembló de nuevo, las criaturas quería huir pero no iba a ser posible, Newton habían hecho una ley, una ley que nos regiría por siempre.

No importa cuántas veces intentes burlarte de la gravedad, esta te devolverá al suelo. Podrían burlar la gravedad pero no por mucho tiempo, no como la primera vez, no cuando estaban débiles, los humanos no estaban dando tregua, estaban defendiendo su tierra, su familia y su integridad. Debieron haber investigado bien que cuando un grupo de gente se une nadie los puede derribar.

Hombres, mujeres y jóvenes alzaban el grito, la historia de 1810 iba a ser legendaria conforme al pasar los años, pero ahora luchábamos por la supervivencia de nosotros mismos; arremetí contra varías criaturas como si el demonio me hubiese poseído, intentaban huir sin demasiado éxito, disparos, fuego en todos lados. Una tragedia que vivía el planeta tierra cuando a años luz éramos una mota de polvo en el infinito.

¿Por qué éramos especiales? ¿Por qué nosotros y no otro mundo? ¿Acaso éramos únicos y avivamos su curiosidad?

Las preguntas venían a mi mente como corrientes de agua fría. Quería entender aunque no hubiese respuesta alguna. De pronto uno de los seres caminó hacia mí.

"Te encontré"

—Esta vez no te tengo miedo —repliqué mientras intentaba moverse de un lado a otro. Esta vez sería fuerte por mi hermana, pero un balazo cortó el aire, y con tubo en mano golpeé y golpeé sin darme cuenta que la criatura estaba muerta.

Respiraba con dificultad con mi corazón bombeando a lo que daba. Cuando giré a ver, era Misael quien sonreía.

—No son tan fuertes del todo, por criatura nos controlaban, intenté pelear muchas veces contra la voz de mi cabeza pero fue imposible, era miles de siseos que no me permitían concentrarme... —sin dejarlo terminar corrí a darle un fuerte abrazo.

—Que bien que estés a salvo.

—Tranquilo, este geek tiene mucho más que ofrecer —guiñó un ojo y salió corriendo hacia otra dirección.

Cuando me di cuenta todo lo que había comenzado a flotar había caído de forma estrepitosa sin remedio alguno sobre la tierra, mi cara estaba sucia, tenía manchas de sangre por todos lados, un día, un día en el que el caos podía devastar una ciudad, un día como un segundo en que Hiroshima desapareció.

Esto era una guerra, esto era un terror interestelar.

El sol apareció en todo su esplendor, el fuego consumía la superficie del agua de la bahía, las criaturas corrían, comían, morían. Los cuerpos grises comenzaron a tornarse negros, de pronto un estrepitoso lanzallamas apareció en manos de un marino.

Sonreí para mis adentros, era cruel hacerlo pero si ellos venían a matarnos, haríamos lo mismo.

Nos ordenaron tratar de acorralar a las miles de criaturas que habían, tener cuidado de no morir y lo hicimos, con armas y con todo lo que encontráramos emprendimos en ir en busca de esas criaturas, quienes se movían en zigzag tratando de volvernos locos, el lanzallamas hizo acto de presencia en un pequeño grupo de criaturas estelares; el humo se impregnaba en nuestra sudorosa piel, el aroma a suciedad nos envolvía como si hubiésemos batallado una lucha de días.

Las criaturas siseaban advirtiéndonos, nos detuvimos y algunos brillaron, ¿Qué trataban de hacer algo hacer eso?

—Huyen —musitó Misael a mi lado—. Lo que escuchaba en mi cabeza es que sabía que no iban a salir vivos de aquí, sabían que habían venido al lugar incorrecto, la primera vez pocos regresaron, esta vez quieren hacer lo mismo, pero no es posible.

—¿Por qué?

—Tienen nuestra carne y sangre en su interior, eso les obliga a mutar su organismo, ya no poseen las mismas habilidades y por consiguiente no sobrevivirán, no con ayuda del fuego a nuestro favor. Tal vez Michael supo eso ¿No crees?

—Me tocará tratar de comunicarme con él una vez terminemos esto.

—Así es, amigo.

Durante horas, las fuerzas de la policía, la marina y los soldados arremetieron con las criaturas, escuadrones fueron enviados a limpiar cada zona de la ciudad; el mundo estaba limpiándose del caos que vino desde fuera. Aquellos ojos que nos contemplaban desde lejos sabían que trazar sus planes siniestros sobre nosotros había sido su peor error.

Decidí juntarme con un grupo de gente y ofrecerme como voluntario en limpiar heridas, vendarlas y repartir víveres como lo había hecho la primera vez; este momento iba a recordarlo por siempre, sé que mi hermana estaría orgulloso de mí. Y yo haría todo lo posible por ser un mejor ser humano.





***

Al cabo de tres días, después de una exhaustiva limpieza, el caos en las miles de ciudades del mundo con una invasión que marcaría a la humanidad y de la cual nadie olvidaría, el ser humanos se posicionó como una de las criaturas con fuerte convicciones, con un mente a la que le faltaba bastante por avanzar. Aquellas criaturas habían conocido el poder de un ser humano, el resguardar a los suyos y proteger con violencia lo que tanto aman.

Más allá del cosmos, aquellas criaturas seguirían observando, viendo como los suyos eran masacrados y hechos desaparecer del plano terrestre. Con furia e impotentes, tendrían que ver que no solo los miles de organismos diminutos podían destruir una célula, sino que el ser humano era un poderosa célula en un lugar llamado tierra, una mota de polvo que tenía voluntad y que haría cualquier cosa por defender a los de su especie.

Que se preparen aquellas criaturas estelares porque el ser humano es capaz de defenderse.

FIN.

Terror InterestelarWhere stories live. Discover now