4
Britdi
Llego a mi habitación y cierro la puerta de golpe, como si así pudiera aislarme del resto del mundo. Me dejo caer en la cama, quedo boca arriba mirando el techo, y la penumbra se mezcla con la tenue claridad que entra por el balcón. La noche tiñe la habitación con un resplandor grisáceo que apenas me permite distinguir los contornos de los muebles.
Joder… no entiendo por qué me siento tan cansada. Apenas son las nueve de la noche, pero es como si alguien me hubiera drenado la energía de golpe, como si llevara un peso invisible encima. El agotamiento se me mete en los huesos y me oprime el pecho.
Con un suspiro, me obligo a levantarme y camino hacia el balcón. Corro la puerta de cristal, y la brisa fresca de la noche me golpea el rostro, acariciándome la piel y despejándome apenas un poco. De día es imposible siquiera asomarse aquí: el calor sofoca y abrasa, como si uno se cocinara vivo bajo el sol. Pero ahora la temperatura es perfecta, engañosamente tranquila.
Me acerco a la barandilla y me apoyo con las manos frías contra el metal. Desde aquí la ciudad se extiende frente a mí como un tapiz de luces titilantes. Puedo distinguir incluso un jardín con una piscina cuadrada, distinta a la que recordaba haber visto antes. Todo parece demasiado quieto… demasiado normal.
Hasta que lo veo.
Allá abajo, en la penumbra, un hombre corpulento, tatuado y vestido de negro se acerca a otro con cautela, como si ambos quisieran pasar inadvertidos. Entorno los ojos, el ceño se me frunce sin poder evitarlo. Se mueven extraño… como si susurraran algo secreto, como si escondieran algo que no debería ser visto.
Y entonces, uno de ellos alza la mirada.
Me congelo. Sus ojos se clavan en los míos como un disparo, y el otro, siguiendo su gesto, también voltea. El contacto visual me sacude con una punzada de alerta, un escalofrío me recorre la espalda. Bajo la vista de inmediato, con el corazón acelerado, como si me hubieran sorprendido espiando algo prohibido. Me giro apresurada y entro a la habitación, cerrando de golpe la puerta corrediza de cristal, tratando de recuperar el aliento.
El silencio apenas dura un segundo.
Un golpe seco en la puerta me hace girar de inmediato.
Mi pulso retumba en mis oídos mientras avanzo con pasos inseguros hacia la entrada. Trago saliva, mi mano tiembla apenas cuando poso los dedos en el pomo. Respiro hondo, lo giro y abro.
Es Nat.
—¿Vamos a comer? —pregunta Nat con naturalidad.
Asiento, forzando una sonrisa.
—Vale. —respondo, cerrando la puerta de la habitación tras de mí. Trato de que mi voz suene ligera, pero por dentro sigo con esa sensación incómoda en el pecho. No sé qué fue exactamente lo que vi desde el balcón, pero algo en mí grita que no era nada bueno. Y sin embargo… tampoco es asunto mío.
El pasillo está en penumbras, silencioso, casi demasiado. Solo dos de las habitaciones están ocupadas, aunque hay varias más, vacías, como esperando fantasmas. Caminamos lado a lado hasta el living, donde tomo mi celular y mi billetera de encima de la mesita de café. Los dedos me tiemblan un poco, así que los aprieto contra el cuero frío de la billetera, buscando estabilidad.
—¿Ya? —pregunta Nat, arqueando una ceja.
—Sí, vamos. —respondo, y me adelanto hacia la puerta. Introduzco la llave en la cerradura y mientras la giro, decido romper el silencio con algo más liviano, aunque no lo sea del todo—. ¿Sabes? No te conté, pero me llamaron para que atienda un caso.
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Peligrosa atracción #2 [+18]
RandomBritdi que hizo su vida en Londres después de 5 años Liam aparece nuevamente para hacerle caso en su vida tranquila
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