Abrió los ojos pero no vio nada. ¡NADA! Era increíble. Era como estar muda y ciega a la vez. De repente, una mano se posó sobre su hombro. Nerea dio un respingo y se giró. Pero claro, no vio nada.
-Nerea -oyó. Era la voz de Beatriz- Nerea, ¿estás bien?
Nerea no sabía si podía contestar, no sabía si seguía estando muda. Intentó hablar.
-Beatriz - le salieron las palabras a trompicones- Beatriz, ¿qué es esto?
Beatriz dudó unos momentos antes de responder.
-Este... este es... es nuestro mundo.
-¿Vuestro mundo? ¿A qué te refieres?
Beatriz tardó unos segundos antes de responder.
-Nuestro mundo... el mundo de los muertos.
-Vale... -contestó Nerea- ¿y que pinto yo aquí?
-Mira Nerea. Sé que te vas a enfadar un montón cuando te diga esto, pero aún así te lo digo. Quiero que pases la eternidad conmigo. Me aburro muchísimo aquí, no tengo a nadie con quién jugar, y soy una niña de 10 años, necesito jugar. Mis padres no quieren jugar conmigo. Así que... pensé que te podrías quedar aquí conmigo... para siempre.
-No -Contestó Nerea rotundamente- Ni loca me quedo aquí. Es más, en cuanto salga de aquí, no voy a volver nunca más a esta casa. Ya me tienes harta Beatriz.
-Esto... Nerea... una vez que entras en el mundo de los muertos... ya no puedes salir...
ESTÁS LEYENDO
La casa en el campo
HorrorA Nerea siempre le ha gustado aquella casa de campo... esa pequeña y misteriosa casa... esa terrorífica casa...