Cap 2

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Seulgi no lo admitía, pero cada vez que caminaba por los pasillos, sus ojos buscaban a Jaeyi.

A veces la encontraba en la biblioteca, sola. O en el jardín, dibujando algo con tinta azul. Una vez incluso averiguó en que salón estaba. Era menor que ella por un curso. Seulgi observó cómo tenía su estuche gigante de lápices en su banco.

—¿Qué hace aquí? —preguntó una compañera de clase cuando la vieron por la ventana del aula.

Seulgi no respondió.

Solo siguió observándola.

Aunque ya nadie se metía con Jaeyi, no era porque de repente se hubieran vuelto amables. Algunas chicas murmuraban a sus espaldas, otras la miraban con una mezcla de respeto y cautela.

Jaeyi no era cualquiera.

Jaeyi Yoo, hija de la poderosa familia Yoo.

Eso lo había sabido Seulgi por accidente. Era como si el poder de su familia caminara detrás de ella.

Pero a Seulgi eso no le importaba. Le importaban los pequeños gestos de Jaeyi como ser feliz con algo simple como con su libretas y las cosas de color azul.

Ese viernes, Seulgi terminaba de entrenar. El sudor le recorría la espalda, y se dirigió al casillero a cambiarse. Al llegar, encontró a Jaeyi esperando ahí.

—¡Hola!

—¿Vienes a espiarme? —bromeó Seulgi.

—No. Solo… pensé que sería bueno saludarte. Y traje venditas. Por si seguías lastimada de la rodilla. Dijiste que te golpeaste ayer.

—No soy tan frágil como parezco —contestó Seulgi con una sonrisa, pero luego se encogió un poco al quitarse la camisa.

Una mancha rojiza decoraba su abdomen, justo al lado de las costillas.

—¿Eso es de ayer también? —preguntó Jaeyi, dejando sus cosas a un lado y acercándose sin pensarlo demasiado.

Seulgi miró hacia otro lado. Le ardía un poco, pero no era gran cosa.

—Fue una caída en el entrenamiento. Choqué con la red.

—Si no lo limpias, se puede infectar —dijo Jaeyi agachándose para sacar un pequeño botiquín de su mochila—. ¿Puedo?

Seulgi dudó por un segundo, pero luego asintió. Jaeyi humedeció una gasa con desinfectante y la pasó con cuidado sobre la herida.

—¿Cómo sabes hacer esto? —preguntó Seulgi, tratando de no estremecerse por el contacto.

—Quiero ser médica —respondió Jaeyi—. Desde siempre, como mi padre.

Seulgi iba a responder pero las palabras quedaron atrapadas en su garganta cuando Jaeyi sopló despacio sobre la herida.

Era algo inocente.

Pero algo en su estómago se removió.

No entendía por qué.

—Listo —dijo Jaeyi con una sonrisa, mientras colocaba una vendita adhesiva rosa con mucho cuidado—. Eres buena paciente.

—Gracias...

Iba a ponerse de nuevo la camiseta cuando, de pronto, una voz fuerte resonó por el pasillo.

—¿¡Qué haces aquí!? —Una chica de cabello oscuro, alta, delgada y con el uniforme medio abierto se acercó —. ¿Qué haces con ella?

Seulgi se tensó al instante.

—Jisoo. No empieces.

—¿Esta es tu nueva “niñita protegida”? —Jisoo empujó con brusquedad a Jaeyi, que se golpeó la espalda con los casilleros..

—¡Oye!

—¿No te basta con lo que pasó con nosotras? ¿Ahora otra más?

—No sabes de qué hablas

—¿Ah no? Siempre haces lo mismo. ¿También la vas a besar y luego desaparecer como si nada? ¡Mira, niña rica, mejor sal de aquí antes de que se te rompa algo!

Jaeyi no dijo nada. Solo la miró sin entender.

—No le hables así —dijo Seulgi, poniéndose frente a ella.

—¿Qué te pasa, Seulgi? ¿Desde cuándo te importan estas princesitas?

— Tu y yo ya no somos nada. Si no quieres problemas y que revele tus secretos vete y no vuelvas a meterte con ella.

Jisoo se quedó en silencio unos segundos. Luego resopló, dio media vuelta y se fue.

Seulgi se giró hacia Jaeyi, que seguía con la misma expresión cómo si estuviera procesando lo que pasaba.

—Lo siento —murmuró—. Ella es… complicada. Y celosa. Fue… algo de hace tiempo. Pero no quiero que te involucres en eso. ¿Estas bien? ¿Estas molesta?

—No estoy enojada —dijo Jaeyi al fin—. Solo me dolió un poco el empujón.

—Debería haberte protegido mejor.

—Pero lo hiciste.

Se miraron en silencio.

Jaeyi le entregó el botiquín con una sonrisa.

—Si te lastimas otra vez, ya sabes a quién buscar.

Seulgi, con el corazón extrañamente acelerado, solo pudo asentir.

—Sí. Tal vez por eso deberías darme tu número.

—Oh claro.

Jaeyi sacó su teléfono y se lo tendió a Seulgi quien guardo su contacto.

—Listo ya podemos hablar un poco.

—¿Eso significa que ya somos amigas?—preguntó Jaeyi con emoción.

Seulgi sonrió al verla.

—Si Jay. Vamos.

Ambas salieron de los casilleros. Jaeyi no podría evitar sentirse feliz y caminar con pequeños saltos de alegría. Seulgi no supo por qué pero se sentía bien verla así.

Azul [JaeyixSeulgi]Where stories live. Discover now