~•~ Namjoon es tan solo un chico de 18 años, que está a punto de iniciar la universidad, sin embargo, sus visiones a futuro se ven estancadas a no ir más allá de lo que Namjoon considera conocido, quizás y esa perspectiva podría poner en peligro a t...
Sus palabras me habían golpeado un punto sensible. Me habían afectado más de lo que quería admitir realmente. Quizás si hubiera sido en un momento menos oportuno hubiera rodado los ojos y contestado un "mejor solo" o "no necesito a nadie" como lo hubiera hecho normalmente, pero solo pude bromear de vuelta y muy forzada.
¿Estar con alguien más?, aunque sabía que Namjoon no lo había dicho con mala intención, me molestaba, ¿por qué adelantarnos a un futuro?, si, quizás llegaría a estar con alguien más pero, en esos momentos debíamos concentrarnos en no decir nada que nos delatara nuestra mentira, no podíamos arriesgarnos... al menos eso me intentaba convencer, que todo era por la farsa.
Pero incluso mis reacciones me delataban, me gustaba cuando solo éramos Namjoon y yo, cuando nada se interponía. Y eso me confundía por que durante toda mi vida, estar solo era lo que más me gustaba, pero ahora... con Namjoon en ella... es como si no pudiera separarme ni un segundo de él.
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Pasaron un par de días después de eso, y finalmente llegó el viernes, acabar la semana ameritaba un buen día, así que hice mi rutina más temprano que otras veces, hice ejercicio, me duché, me alisté, y decidí que desayunaría fuera, como las mañanas aún eran frías, me aseguré de ponerme un abrigo acogedor. Manejé hasta el establecimiento al que solía ir desde hacía años, pero que había cerrado alrededor de un año atrás, pero ahora por fin estaba abierto otra vez, y esperaba que siguieran los mismos dueños.
Como siempre el lugar era minimalista y el aroma a café y pan recién horneado era lo mejor del sitio, conservaba su encanto por así decirlo, y al acercarme a la caja, me topé con la misma mujer de edad avanzada que conocía perfectamente desde hacía años. Y la señora Kim también me reconoció.
—¿Pero qué ven mis ojos?, ¿el señorito Min Yoongi en persona?, –ella me saludó con calidez y yo le di una reverencia por respeto.
—Buen día, señora Kim, es un enorme placer verla de nuevo en este lugar.
—Yo soy la más complacida, hacía un año que no te veía, mírate, haz crecido como todo un hombre que ya se va a la universidad.
—El tiempo se pasa volando aveces, señora Kim, –le sonreí de forma educada.
—Seguramente entrarás a una buena universidad, esas horas de desvelo serán muy bien compensadas, –ella aseguró–, mi nieto también está por entrar a la universidad, es el mejor de entre los mejores, todos en la familia estamos ansiosos por saber a qué universidad aspirará.
—Espero que le valla bien, estamos en una etapa muy importante para nosotros, –dije sin mucho interés, hasta que otro de los meseros salió al recibidor.
—Abuela, el abuelo dice que los croissants ya están listos, –esa voz yo la conocía bien y me sorprendió el verlo, incluso con ese delantal café oscuro, y su cabello castaño sin tanto volumen, no podría confundirlo.
