60. Miami II

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Capítulo 60
Miami II

Despertarse en Miami es agradable. Despertarse en Miami siendo abrazada como un oso de peluche por Dani es muy agradable. Y ya si añadimos que deje un beso en mi nariz antes de apagar la alarma del despertador, puedo confirmar que estoy en el paraíso.

¿Cuándo se volvieron las cosas tan agradables?

—Te huele el aliento.—bromea mi novio rascándose los ojos con cuidado.

Olvidad lo que he dicho.

—Y a ti el sobaco.—contraataco.

—Mentirosa.

Le saco la lengua como respuesta. Puede que tenga razón, pero eso no le da permiso para criticar mi aliento mañanero.

Nos pasamos dos minutos más acurrucados el uno contra el otro, disfrutando de la compañía y la tranquilidad de este momento. Mis manos trazan sus músculos definidos, pasando por encima de la cinturilla de sus bóxer.

—Tenemos que levantarnos.—lo dice como si fuera una amenaza para que mueva mis manos, cuando en realidad le gustaría que nos quedáramos así infinitamente.

Basta una mirada para saber que, si sigo tentándolo, vamos a repetir la noche de ayer. La privacidad y las ganas acumuladas hicieron que nos dejáramos llevar.

—Vamos AliAli, en pie.—y con eso se estira, moviendo la sábana blanca de sus pies. Se coloca unos pantalones de chándal grises que me hacen ahogar un gruñido.

Estaba feliz con las vistas.

—Que pereza.—me quejo. Pero de poco sirve, las horas en el gimnasio tienen su recompensa cuando Dani me saca de la cama sin esfuerzo.

Como si fuera una princesa me carga a fuera del cuarto, hasta el salón ahora mismo vacío. En la mesa, hay una caja de cereales sin abrir, que compramos ayer.

—Aprovecha ahora que no está Borja para quitarte los cereales.—dice dejándome caer en la silla de plástico.

—Si el que me los vas a quitar vas a ser tú.—respondo cuando le veo colocar dos cuencos enfrente nuestra.

Hay una especie de paz, ahora que estamos los dos solos. Ni Borja ni Kruffy están lanzándose gritos, ni Adri añadiendo comentarios sin sentido. Solo estamos él y yo.

Me pregunto si así sería la vida si viviésemos solos.

Se me encoge el estómago al pensar que quedan tres semanas para que no estemos juntos. Puedo quedarme unos días en España después de la vuelta, pero eventualmente tendré que volver al trabajo.

Y Plex a sus compromisos.

Y entonces el océano atlántico estará entre los dos.

—¿En qué piensas?—interrumpe el silencio, una cucharada llena de cereales crujientes a la boca.

—En lo criminal que es que eches primero la leche.—niego con la cabeza.

—La que deberías estar en la cárcel eres tú, que te los comes secos.—sus ojos apuntan al cuenco delante mía.

Pongo los ojos en blanco. No es mi culpa que tenga las papilas gustativas atrofiadas y prefiera comer cereales blandos a cereales crujientes.

Son como patatas fritas de desayuno.

—En realidad pensaba en el futuro.—mascullo. El peso de su mano cae sobre la que tengo estirada en la mesa. Uniendo nuestros dedos.

—Lo único que tenemos ahora es el presente.—razón no le falta.—Pero cuéntame a lo que le das vueltas e igual podemos ponerle solución.

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora