Entre La Corona Y El Mar

En Busca de Melody y Mal

Addison se encontraba en su habitación, terminando de vestirse. Evie les había hecho ropa que no pareciera de la realeza, ya que dijo que eso les serviría mucho en la isla. Al terminar, Addison corrió hacia la entrada donde el auto ya estaba preparado. Fue la primera en llegar, y no podía dejar de caminar de un lado a otro, preocupada por su hermana.
No es que no confiara en Mal —al contrario, confiaba mucho en ella—, pero se trataba de su hermana. Aún la veía como a su pequeña bebé. Se sentía terrible cada vez que recordaba por qué Melody se fue, y cómo escuchó de su propia boca que no se sentía escuchada. Debió haber estado para su hermana.

Antes de que pudiera seguir pensando en eso, Asher llegó junto con Ryan y Sebastián.

—¿Y los demás? —preguntó Asher.

—Deben estar por llegar —respondió Addison.

—Tranquila, Addy. Vamos a traer a Melody de vuelta.

—Eso espero...

Los demás llegaron a tiempo, bajando rápido por las escaleras hasta que Evie se detuvo de golpe.

—Esperen, algo anda mal… —dijo con seriedad.

Todos se preocuparon, pero Evie solo se acercó a Ben y le acomodó el gorro que llevaba puesto.

—Listo —dijo satisfecha.

—¿Estamos todos? —preguntó Addison.

Evie asintió. Jay y Carlos se miraron entre sí.

—Oye Addy, ¿quién es él? —preguntó Carlos.

Addison se dio cuenta de que no los había presentado aún.

—Él es mi primo Asher. Primo, ellos son mis amigos Carlos y Jay. ¿Ahora que todos nos conocemos, podemos irnos?

Todos asintieron.

—¡Yo pido ir adelante! —dijo alguien.

Todos miraron hacia el perro que acompañaba a Carlos: Chico.

—No, Chico, quédate. La isla es peligrosa —dijo Carlos.

Chico se quejó suavemente.

—¿Acaba de…? —preguntó Jay.

—¿Hablar? —añadió Carlos, mirando a los demás—. Sí, ya les contaré.

—Vaya, ahora Chico también habla —comentó Evie.

—¿También? —preguntó Carlos, confundido
—Creo que habla por mí —intervino Sebastián.

Jay y Carlos se quedaron pasmados por un momento, y luego miraron a Asher.

—¿Tu cangrejo habla? —preguntó Jay, medio en broma.

Addison y Asher se ofendieron un poco.

—¡Oigan! Dejen a mi tío Sebastián en paz —respondió Addison con firmeza.

Jay y Carlos no sabían de qué hablaba, pero no había tiempo para preguntar más.

—Ya tendrán tiempo de ponerse al día… ¿Podemos ir por Mel? —dijo Ryan.

—Y por Mal —añadió Ben, algo nervioso.

Todos subieron al auto, y arrancaron rumbo a la isla. Durante el viaje, Addison se sentía algo aterrada. Era de noche, y nunca le había gustado demasiado la oscuridad. Evie, al notarlo, tomó su mano para mostrarle apoyo, y eso hizo que Addison se tranquilizara.

Al llegar, estacionaron en un lugar oculto a la vista. Los chicos comenzaron a tapar el auto. Addison observó el lugar y notó lo que parecía ser una especie de alcantarilla.

—¿A dónde va eso? —preguntó, acercándose.

Jay y Carlos la sacaron rápidamente de ahí.

—No querrás saberlo —dijo Jay.

Comenzaron a caminar. Había pasado un buen rato, pero Addison no prestaba atención a lo que los demás hacían o decían, hasta que escuchó la voz de Evie:

—Creo que deberíamos enseñarles cómo ser villanos —comentó.

—Bueno, mi padre fue una bestia —dijo Ben.

—El mío era un ladrón —añadió Ryan, con una sonrisa.

—Mi mamá era una rebelde que casi pone en riesgo su reino por amor… y se rebeló contra mi abuela cuando prohibió la música —dijo Addison.

—Una vez tomé el tridente de mi abuelo y convertí a Sebastián en un pez globo… por accidente —confesó Asher.

Evie, Jay y Carlos se miraron entre ellos con cara de "¿eso fue en serio?"

—Si así quieren jugar… mi madre mandó a matar a su hijastra solo por ser más linda que ella. Como no pudo la primera vez, quiso hacerlo ella misma —dijo Evie.

—Mi padre intentó casarse con la princesa Jazmín solo para conseguir su reino… y de paso quería quedarse con el genio de la lámpara —añadió Jay.

—Mi madre mataba perros para hacer abrigos con sus pieles —dijo Carlos con una sonrisa de villano.

—Bueno… nadie es tan inocente ni tan culpable. Siempre hay maldad o bondad en cada uno —dijo Asher con tranquilidad.

—Oigan, entiendo que les guste hablar de sus familias… pero, ¿podemos ir por mi hermana y Mal? —interrumpió Addison. No quería arruinar el momento, pero tampoco podía dejar a Melody sola por más tiempo.

Todos asintieron, y con eso, continuaron su camino. Iban decididos a encontrar a Melody y a Mal… y esperaban poder convencerlas de regresar.