-Recuerdos de lo que fuimos-
Hay quienes prefieren cerrar los ojos justo antes del último amanecer.
Otros, en cambio, siguen leyendo... aunque sepan que el sol no siempre vuelve a salir.
Los días que siguieron no fueron fáciles, pero tampoco fueron oscuros.
Kirishima se recuperaba lentamente, con dolor en cada movimiento, pero con una fuerza emocional que renacía al ver a su hija correr por el pasillo o a Bakugo dormir sentado junto a él, sin importar la hora, sin importar el agotamiento. Cada caricia, cada palabra suave, cada desayuno preparado con torpeza por Katsue, eran como costuras invisibles que iban reparando lo roto.
La herida en el abdomen sanó.
El miedo, también.
Y aunque había cicatrices que jamás desaparecerían, ambos aprendieron a verlas como pruebas de amor, de resistencia, de todo lo que habían enfrentado y aún así logrado conservar.
Su familia.
Los días de visitas llegaron: Mina llorando de felicidad al verlo caminar de nuevo, Denki armando una silla con ruedas turbo sin que nadie se la pidiera, y Sero llevándole dulces escondidos. Todos, sin excepción, le recordaban lo querido que era.
Katsue volvió a treparse en los brazos de su papá con ternura, entendiendo que ahora debía ser suave. Lo llamaba "mi héroe grande", y Eijiro no podía dejar de sonreír cada vez que lo oía.
Y Bakugo... bueno, Bakugo no volvió a soltarlo.
Ni una sola noche más.
Construyó nuevas rutinas: cocinar juntos aunque Eijiro fuera lento, leerle historias a Katsue mientras ella se dormía entre los dos, y algunas tardes, salir a caminar tomados de la mano. Sin prisa. Sin miedo.
La casa, esa que alguna vez estuvo en silencio, ahora rebosaba de risas, voces y amor. Porque sí, hubo sangre, hubo gritos, hubo lágrimas. Pero también hubo besos, promesas y segundas oportunidades.
Bakugo aprendió que no siempre se gana con fuerza.
Y Kirishima entendió que no necesitaba ser invencible para ser un verdadero héroe.
Solo necesitaba ser él mismo.
Y ahora, por fin, podía respirar tranquilo.
Porque no importaba cuántas veces cayeran, mientras volvieran a levantarse juntos.
Y bajo el mismo techo, con Katsue durmiendo entre ellos, Bakugo abrazando a Eijiro con una sonrisa cansada, y la luna alumbrando el cuarto con su luz suave, la historia cerró su último capítulo.
Una historia de batalla, de amor, de cicatrices... pero sobre todo, de familia.
Pasaron los años.
No fueron perfectos. Hubo discusiones, misiones fallidas, agotamiento. Hubo momentos en los que Bakugo se encerraba en su orgullo, o Kirishima en sus dudas. A veces la casa era un caos por el trabajo, por la escuela de Katsue, por las responsabilidades que nunca se detenían.
Pero el amor siempre fue más fuerte.
Después de aquella batalla donde Kirishima casi muere y Bakugo estuvo al borde del colapso, todo cambió. Aprendieron a abrazar lo cotidiano. A valorar los silencios compartidos, las risas pequeñas, los desayunos desordenados. Aprendieron a dejar atrás el dolor... sin olvidarlo.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)
Romance🧠💔 ¿Qué pasa cuando olvidas al amor de tu vida... pero él sigue ahí, fingiendo que nada ocurrió? Tras una misión fallida, Bakugou Katsuki despierta sin recuerdos de los últimos años... incluyendo su relación con Kirishima Eijirou. Los médicos advi...
