Final

29 3 0
                                        


POV – Eijiro Kirishima

El sol apenas asomaba por la ventana del hospital. Su luz pálida se filtraba entre las cortinas, acariciando suavemente las sábanas blancas que cubrían mi cuerpo adolorido.

Me sentía... roto.

Cada respiración dolía. No solo el abdomen o la pierna... dolía por dentro. Como si algo más que carne y huesos se hubiese fracturado.

No podía dormir. Había despertado hacía un rato, sin hacer ruido, observando el techo sin pensar en nada... o quizás en todo al mismo tiempo.

Giré la cabeza despacio. Bakugo estaba ahí. Sentado en la silla, con los brazos cruzados, la cabeza ligeramente inclinada. Dormía, aunque su ceño seguía fruncido. Incluso dormido parecía estar en guardia.

Y entonces... me golpeó.

El recuerdo.

Esa piedra enorme.

Su cuerpo frente al mío.

Mi cuerpo incapaz de reaccionar a tiempo.

Y el láser... atravesándome.

No fui lo suficientemente fuerte. No otra vez.

Tragué saliva, apretando los dientes. Me llevé una mano al pecho, donde sentía la venda ajustada, como un recordatorio cruel de mi fracaso.

—No fui lo suficientemente fuerte... —murmuré, sin querer, con la voz rota.

No sabía si lo había dicho en voz alta o en mi cabeza. Pero mi garganta ardía. Y mis ojos también.

Imágenes vinieron solas.

Mi yo de niño. Viendo a Crimson Riot en la pantalla. Soñando con ser un héroe de verdad. Jurando que un día protegería a todos.

Y luego yo... paralizado. Incapaz de moverme ante el peligro. Una y otra vez.

Me sentía como aquel adolescente otra vez. Lleno de cicatrices que no eran visibles.

—No pude hacerlo... no protegí a Katsuki... ni a Katsue... —susurré—. Fui un estorbo. Si no me hubiera interpuesto, tal vez él habría esquivado el ataque. Tal vez...

Lágrimas comenzaron a caer. Calientes. Silenciosas. Desesperadas.

¿Y si un día no podía levantarme a tiempo?

¿Y si no llegaba a proteger a mi hija?

¿Y si... si moría de verdad?

La idea me atravesó el pecho con más fuerza que el láser.

—Soy débil... —dije, temblando—. Nunca fui suficiente...

—¿Estás jodiendo?

La voz me hizo dar un pequeño sobresalto.

Volteé. Bakugo estaba de pie. El ceño fruncido, los ojos entrecerrados... pero había algo más en ellos. Algo que no era enojo.

Dolor.

Se acercó hasta mi cama, con pasos lentos, hasta ponerse a mi altura.

—¿Eso piensas? ¿Después de todo lo que hiciste?

Quise decir algo, pero solo pude bajar la mirada. No podía soportar que me viera así. Tan roto. Tan... inútil.

—Te atravesaron, Eijiro —dijo en voz baja—. Te atravesaron tres veces. Te desangraste casi por completo. Y aún así te levantaste. Protegiste a todos. ¡A mí! ¡A tu hija! ¿Y dices que eres débil?

Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora