Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)

Capitulo 27

POV – Eijirou Kirishima

Un golpe seco en el estómago me arrancó el aire de los pulmones.

—¡UGH! —solté, llevándome las manos al abdomen, aturdido.

—¡¡PAPIIIIII!! —cantó una vocecita feliz justo encima de mí.

Parpadeé, desorientado, con el corazón acelerado más por la sorpresa que por el dolor. Cuando abrí los ojos, me encontré con dos ojitos grandes, rojos como los míos, y una sonrisa sin dientes del todo completa.

—Katsue ... —murmuré, medio riéndome, medio ahogándome

—¡Es hora de jugar! —gritó ella, dando otro brinquito sobre mi estómago con toda la fuerza de su cuerpo de tres años.

—¡Agh! ¡Sí, ya me di cuenta! —reí, intentando atraparla antes de que me lanzara otro combo estilo libre.

Ella estalló en carcajadas, revolcándose entre las sábanas y mi pecho como si fuera un trampolín viviente.

A mi lado, un gruñido grave rompió la quietud de la mañana.

—¿Qué... mierda... está pasando? —farfulló Katsuki, medio enterrado bajo la almohada, con la voz ronca y los pelos aún más desordenados de lo normal.

Katsue se detuvo en seco, giró el rostro y, sin decir nada, se lanzó sobre él con los brazos abiertos.

—¡PAPÁ KATSUUUUUU! —gritó, feliz.

—¡No, espera—! —intenté advertirlo, pero ya era tarde.

El "Pum" sordo que hizo su cuerpecito al caer sobre el pecho de Bakugou fue seguido por un gruñido asesino.

—¿Por qué carajos nuestra hija ataca como si entrenara a las seis de la mañana?

—Porque es poderosa —dije, riéndome mientras me incorporaba—. Y porque claramente heredó tu energía matutina.

—Tiene tres años. ¿De dónde saca tanta maldita energía?

—De tus genes —respondí con una sonrisa torcida.

Katsue empezó a darle palmadas suaves en la cara, riéndose como si fuera el mejor juego del mundo.

—¡Despierta, papi!

Katsuki la miró, resignado. Y aunque fruncía el ceño, no podía ocultar la curva suave que se le formaba en la boca.

—Un día vas a tirarte encima de mí cuando esté en modo automático y vas a volar por la ventana —murmuró, pero estiró el brazo y la abrazó, jalándola hacia él con cuidado.

—¡No voy a volar! —dijo Katsue, abrazándolo de vuelta—. ¡Yo tengo Quirk de pegarme!

—...Qué demonios —murmuró él, mirando al techo—. ¿Qué significa eso?

—Que si me lanzo, me quedo pegada, ¡como chicle! —rió ella, orgullosa.

Yo me reí más fuerte. No importaba si no tenía sentido. Su lógica infantil era invencible.

—Vamos a desayunar —dije, alzándome de la cama mientras ella trepaba encima de Katsuki como si fuera una montaña—. Antes de que la "chiquibomba" haga estallar el colchón por emoción acumulada.

—Quiero pan con explosiones —declaró ella desde arriba.

—Eso no existe, Katsue —dijimos los dos al mismo tiempo.

Ella nos miró.

—¡Lo vamos a inventar!

Katsuki y yo nos cruzamos una mirada, cansados... pero sonriendo.