POV – Eijiro Kirishima
Desperté con el sol filtrándose por la ventana, tibio y dorado, como si el mundo entero hubiera decidido envolverse en calma solo para nosotros.
Y ahí estaba él.
Dormido sobre mi pecho, con una de sus manos descansando a la altura de mi estómago, como si se negara a soltarme incluso dormido. Su respiración era pausada, tranquila, y cada tanto soltaba un suspiro que me erizaba la piel. Tenía el ceño levemente fruncido, como si incluso en sueños aún estuviera peleando con algo... pero al mismo tiempo se le notaba en paz.
Mi brazo lo rodeaba con suavidad, como si temiera romper ese momento perfecto si apretaba demasiado. Tenía marcas en la espalda. En los hombros. Una que otra mordida leve cerca del cuello, y un par de líneas rojas cerca de las caderas que yo conocía demasiado bien. Huellas de la noche que habíamos compartido. De todo lo que nos habíamos dicho sin usar palabras.
Y se veía hermoso.
No como un cuadro perfecto o una imagen inalcanzable, sino como lo que era: real. Humano. Mío.
Me incliné apenas, besando su cabello despeinado, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío como si el mundo entero estuviera contenido ahí. No necesitaba más. Ni gloria, ni reconocimiento, ni una mansión en la cima del monte Fuji. Solo esto. Solo él.
Y lo mejor de todo era que, en unas horas, nos íbamos juntos. Unos tres dias completos. A la playa más hermosa del mundo, según Sero, que no paraba de insistir en lo cristalino del agua y la arena blanca como harina. Bakugou gruñó durante días por lo cursi que sonaba, pero al final aceptó. Y ahora, con la maleta hecha y el auto rentado, solo faltaba que él despertara.
Lo observé unos segundos más. Se movió un poco, arrugando la nariz antes de acurrucarse más contra mí, como si supiera que lo estaba mirando. Mi pecho se llenó de una calidez tan intensa que dolía. Porque lo amaba. Lo amaba con cada parte de mí.
Y porque, anoche, él me había dicho que quería un hijo conmigo.
Acaricié su espalda con la yema de los dedos, despacio, apenas rozando su piel marcada. Esa confesión aún me tenía flotando. No por la idea de formar una familia —aunque sí, eso también—, sino por lo que significaba que él lo deseara. Que él, con su historia, sus heridas, su miedo a perder, quisiera construir algo tan profundo conmigo.
—Katsuki... —susurré, sin querer despertarlo, solo por el placer de decir su nombre así, bajito, como si fuera una oración que me protegía del mundo.
Iba a despertarlo con un beso, pero su ceño se frunció más antes de que pudiera moverme, y gruñó como un animalito irritado.
—...me duele todo, joder.
Me aguanté la risa, mordiendo mi labio.
—Buenos días a ti también, esposo mío.
—Tch... —alzó apenas la cabeza y me miró desde abajo, con los ojos entrecerrados y la voz ronca—. ¿Te reíste?
—Un poco —admití, acariciándole la espalda suavemente—. Tú empezaste.
—No me arrepiento de nada... pero la próxima vez no dejes que te tenga tantas ganas.
Solté una carcajada baja, abrazándolo más fuerte.
—¿Tantas ganas? No te hagas, tú me tuviste contra la cama como diez minutos sin dejarme respirar.
—Diez minutos es muy poco, déjate de mierdas —gruñó, enterrando de nuevo la cara en mi cuello—. Aunque sí, estoy hecho mierda...
—Pero feliz.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)
Romance🧠💔 ¿Qué pasa cuando olvidas al amor de tu vida... pero él sigue ahí, fingiendo que nada ocurrió? Tras una misión fallida, Bakugou Katsuki despierta sin recuerdos de los últimos años... incluyendo su relación con Kirishima Eijirou. Los médicos advi...
