-En proceso de reescritura-
Cuando Teresa Chávez muere a manos de Fernando, su historia debería haber terminado. Pero en ese mismo instante, en un lugar muy lejano, Bella Swan también fallece, consumida por la depresión tras el abandono de Edward Cu...
La oscuridad fue cediendo, como la niebla matinal frente a un amanecer que no se detiene. Un zumbido suave, como el de una vieja lámpara, comenzó a crecer. Después, una respiración lenta, familiar.
Bella parpadeó.
El mundo estaba desenfocado, pero no vacío. La luz tenue que entraba por la ventana apenas iluminaba los muebles austeros. Reconocía el olor. Era un hospital.
Y entonces, lo escuchó. El sonido más reconfortante del mundo:
—¿Bells?
Su corazón, aunque todavía herido por días (¿semanas? ¿meses?) fuera de su cuerpo, saltó con fuerza. La voz era ronca, varonil, agotada.
—¿Papá? —susurró con los labios secos, la garganta hecha cenizas.
Charlie Swan se levantó bruscamente de la silla que había estado junto a su cama todo ese tiempo. Tenía la barba crecida, los ojos rojizos por el cansancio y un nudo en la garganta que apenas pudo disimular.
—¡Bella! ¡Gracias a Dios! —dijo y se acercó sin dudar—. Estuviste... tanto tiempo sin despertar. Los médicos no sabían qué decirme, solo... solo que te mantenían estable. Pero yo... yo no me moví de aquí.
Ella alzó un brazo débilmente, tembloroso, y Charlie la envolvió en un abrazo tan fuerte como pudo sin lastimarla. Bella apoyó su cabeza en el hombro de su padre, conteniendo lágrimas que le ardían en el pecho.
Lo había extrañado. Tanto.
Había cruzado dimensiones, había vagado fuera de su cuerpo, había sido olvidada por quienes más amaba... y aun así, Charlie estaba allí.
Siempre había estado allí.
—No entiendo qué pasó, Bells —susurró Charlie, con la voz quebrada—. Pero estás aquí. Estás conmigo.
—Estoy aquí, papá... —repitió ella, abrazándolo con más fuerza—. Estoy de vuelta.
Charlie le acarició el cabello como cuando era una niña y no podía dormir. Y aunque no entendía qué había sucedido, no necesitaba respuestas. Solo necesitaba tenerla en brazos otra vez.
Solo ellos dos. Como había sido siempre. Como en los días más simples.
Bella cerró los ojos un segundo, sabiendo que ese momento —esa paz— era real. Pero, en lo más profundo de su alma, aún sentía una sacudida leve... Como si algo no hubiera terminado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Solo unos días
Bella dormía profundamente. Su respiración era tranquila, pero en su mente se abría un espacio distinto, brillante, suspendido entre el tiempo y la realidad.
Un recuerdo comenzaba a revelarse... No como un sueño. Sino como un acuerdo sagrado.
El limbo. Ese espacio blanco, silencioso y sin gravedad, donde todo comenzó a tener sentido.
Allí estaban ellas. Frente a frente.
Bella en el cuerpo de Teresa, aún vestida con la ropa moderna del otro mundo. Teresa en el cuerpo de Bella, con el cabello largo y suelto, y los ojos que no parecían tan seguros como antes.
Ambas se miraban con cansancio... pero también con respeto. Con dolor. Y con algo que solo se encuentra entre dos almas que han vivido la vida de la otra.
—¿Y si... lo hacemos? —dijo Bella en voz baja—. ¿Si volvemos unos días a nuestros cuerpos originales...? Solo para despedirnos. De quienes fuimos. De quienes amamos.
Teresa la miró con sorpresa. Había pasado de la negación al agradecimiento. Y ahora... al entendimiento.
—¿Y luego...?
—Luego volveremos. Tú podrías quedarte aquí, si eso es lo que quieres. Con Caius, con Carlisle, con todos ellos. Yo... tal vez pueda encontrar mi lugar, aunque no sea con Edward —respondió Bella, con los ojos cristalinos—. Pero necesitamos cerrar lo que dejamos abierto.
—Sí —asintió Teresa lentamente—. No quiero desaparecer de golpe. No sin agradecer. No sin decirle adiós a quienes me amaron, aun sin entender por qué era distinta.
—Y yo... quiero ver a mi papá. A Charlie. A quien fui antes. Solo un poco —Bella respiró hondo—. ¿Lo hacemos?
Teresa extendió la mano. —Solo unos días. Ni uno más.
Bella la tomó. —Un pacto. Solo unos días.
Una brisa invisible cruzó entre ellas. El limbo vibró como si fuera consciente del trato.
Y así fue como lo decidieron.
El recuerdo se disolvió... Y Bella, en la cama del hospital, movió los dedos inconscientemente. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras dormía.
Un pacto silencioso guiaba su alma ahora. Un cierre pendiente. Una última despedida.