Dante.
Si dijera que no me encuentro nervioso, probablemente estaría mintiendo.
Porque carajo, creo que no he sentido tantos nervios en mi vida. ¿O sí? No. Estoy seguro de que no.
Valentina me observa desde la camilla con una sonrisa en los labios. Está divertida. Claramente divertida por mi estado. Ella, a comparación de mí, está tranquila. Tan tranquila que no lo entiendo. ¿No siente el mínimo nerviosismo? ¿Ni siquiera un poquito de pánico? ¿Nada?
Yo tengo las manos heladas. El corazón me late tan fuerte que me sorprende que no haga eco en el cuarto. Me pasé la última media hora intentando recordar si no nos excedimos con la caminata de la mañana, si ha mostrado algún signo que deba preocuparme, si cargué suficiente agua para ella, si nos estacionamos demasiado lejos.
—¿Papá primerizo? —inquiere la doctora mientras aparece de nuevo con los guantes puestos mientras su ayudante empuja una especie de máquina para realizar la ecografía.
—Sí —responde Val por mí —¿no son adorables los hombres cuando están nerviosos?
La doctora se ríe. Mi esposa la acompaña y me pregunto como es que puede lucir tan serena cuando estamos a punto de ver a nuestro bebé.
— Es completamente normal —añade la doctora con calidez mientras me mira —deberá irse preparando para el parto entonces.
—Creo que aún me queda algo de tiempo —sonrío, luego miro a mi esposa.
Ella extiende una mano hacia mí, doy un par de pasos para conseguir acercarme, y entrelazo nuestros dedos mientras esperamos que la doctora termine de prepararse.
No le admito que estoy aterrado.
Porque en unos minutos, voy a ver a nuestro bebé por primera vez.
Voy a escuchar el sonido que cambiará por completo el curso de nuestras vidas.
La doctora aplica el gel en su vientre y comienza a mover el transductor con precisión. La habitación se llena de un silencio expectante. Mis ojos están fijos en la pantalla, aunque no estoy seguro de qué debería estar viendo. Hasta que lo escucho.
Ese pequeño sonido.
Un latido rápido. Constante. Perfecto.
—Oh, miren...ahí está —la doctora sonríe y yo creo que voy a sufrir un maldito colapso —el corazón...
Sus palabras se detienen.
—Oh... —dice la doctora, frunciendo el ceño levemente—. Esperen un segundo...
¿"Esperen un segundo"? ¿Por qué "esperen"? ¿Por qué carajos tenemos que esperar?
Val me mira preocupada. Se aferra a mi mano y por un instante la emoción en mi pecho vacila. La doctora parece examinar más de cerca algo, moviendo la pantalla y colocando líneas como si quisiera no perder algo.
Y yo me pongo más ansioso con cada segundo que pasa.
—¿Ocurre algo? —Val se incorpora un poco, con el semblante alerta. —¿Está todo bien?
—Sí, sí —responde la doctora, claramente sorprendida, pero sonriente—. Está perfectamente. —murmura. Luego se ríe—. Bueno, creo que entendí por qué tanto nervio, papá. Lo sentías venir.
—¿Sentir qué venir? —pregunto, medio en broma, medio en pánico.
—Bueno, no hay una forma sutil de decir esto, así que...
Pausa.
Ella mueve lo que sea que está pasando sobre el vientre de Val y el sonido vuelve a escucharse, pero luego...luego se escucha uno diferente...y después un tercero.

ESTÁS LEYENDO
Un desastre llamado amor.(SL#6)
Teen FictionDante Lombardi lo tenía todo: una prometedora carrera, un futuro estable y la mujer con la que planeaba casarse... hasta que la encontró en la cama con su mejor amigo. Atrapado entre el orgullo y la rabia, tiene la certeza de que el amor no es más q...