Capitulo 17

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POV – Katsuki Bakugou

Desperté con una sensación cálida... demasiado cálida. Tardé unos segundos en darme cuenta de dónde estaba. La luz suave entraba por la ventana, filtrándose entre las cortinas, y el olor a Eijirou me envolvía por completo. Estaba acurrucado contra él, mis brazos firmemente rodeando su cintura como si tuviera miedo de soltarlo incluso dormido.

Mi rostro estaba enterrado en su espalda desnuda, mi respiración chocando contra su piel tibia, y por un momento solo me quedé ahí, respirando hondo, queriendo que el mundo se detuviera justo en este instante.

Pero luego giré un poco la cabeza y vi el reloj en la mesita.
—Mierda... —murmuré al ver la hora—. Eijirou... ¡Es tarde!

Él gruñó como si fuera un oso y apenas abrió los ojos.
—¿Eh? ¿Tarde pa' qué...?

Pero cuando se sentó de golpe, entendió.
—¡Tarde para trabajar!

Se levantó en medio de su torpeza matutina y buscó su camisa del día anterior, poniéndosela de espaldas a mí. Y fue entonces cuando lo vi.
Las marcas.
Arañazos en su espalda. Profundos, rojos. Algunos más marcados que otros, recorriendo desde los omóplatos hasta donde la camisa empezaba a tapar.

Sentí cómo mi cara se encendía de golpe.

La imagen de anoche me atravesó como un rayo. Mi cuerpo temblando bajo el suyo, mis uñas aferrándose a su piel en medio de jadeos, sus susurros calientes en mi oído, la forma en que me llamaba... todo volvió de golpe.

Me tapé la boca con una mano. No por vergüenza. Sino por el escalofrío que me recorrió.

—¿Te gusta mirar, eh? —Eijirou me dijo de pronto con una sonrisa torcida, volteando un poco el rostro mientras se abotonaba la camisa sin pudor alguno.

—¡Cállate, idiota! —bufé, dándome la vuelta para intentar salir de la cama.

Pero apenas planté un pie en el suelo, un dolor agudo me cruzó la cadera.
—Ah... mierda... —me quejé, llevándome una mano al costado y tambaleando.

—¿Todo bien, Katsuki? —preguntó él, claramente conteniendo la risa.

—¡No te rías! Es tu culpa —le solté, fulminándolo con la mirada mientras me sujetaba al borde de la cama—. No tenías que ponerte tan intenso...

—¿Yo? —dijo fingiendo sorpresa—. Pero si tú eras el que me pedía más... Dynamight.

—¡¡Cállate ya!! —le grité, ya rojo hasta las orejas, mientras él soltaba una carcajada suave y se acercaba con toda la confianza del mundo.

—Te ves lindo así, sabes. Medio desarmado, medio molesto... todo mío.

No supe qué responder. Me limitaba a gruñir mientras buscaba mi camiseta entre las sábanas. Él se agachó un poco, me acomodó el cabello con una de sus manos y me dio un beso en la frente.

—Vamos, no quiero que llegues tarde por culpa de lo que te hice.

—¿Y de quién más sería la culpa? —le respondí con sarcasmo, aunque no pude evitar que se me escapara una sonrisa.

Apenas logré ponerme los pantalones, Eijirou apareció detrás de mí como una maldita sombra.

—No te muevas tanto —dijo con tono serio, pero esa sonrisita traicionera no se borraba de su cara.

—Estoy bien —respondí, aunque sabía que estaba mintiendo.

Porque no estaba bien. No del todo. Me dolía hasta el alma.

Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora