𝗘𝗫𝗧𝗥𝝠

906 101 2
                                        

—  🍂  ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



—  🍂 ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ

Kalani tenía ocho años y estaba convencida de que ya era lo suficientemente valiente como para enfrentarse a la infame "cabaña del acantilado". Una estructura abandonada, medio podrida y con fama de estar embrujada.

- No es para tanto - Murmuró, amarrándose los cordones con determinación.

Ella no le había dicho a nadie de su plan. Bueno... casi a nadie.

Paul, que tenía diez y estaba trepado en un árbol, la había escuchado hablar consigo misma, algo que hacía muy seguido, mientras metía una linterna rota, una cuerda y una barra de granola en una mochila ridículamente grande.

- ¿Y tú a dónde vas, Dora la Exploradora? - Preguntó, dejándose caer del árbol como un gato sarcástico.

Kalani se sobresaltó, lo fulminó con la mirada y trató de esconder la mochila detrás de sí - Nada. A un lugar. Y no es de tu incumbencia.

- Ajá. ¿Y ese lugar casualmente se parece a la cabaña embrujada? Porque si es así, te aviso que los fantasmas no aceptan sobornos de granola.

Ella chasqueó la lengua y Paul se rió por lo bajo. Le era cómico lo bocona que era, aunque midiera la mitad que él.

- Bueno, entonces ve. Pero si desapareces, voy a tener que explicar que moriste por estupidez - Se encogió de hombros, con media sonrisa.

Kalani lo miró como quien acepta un desafío no declarado.

- No voy a desaparecer. Y tú no vas a decir nada, ¿entendido?

Paul levantó las manos.

- Mis labios están sellados.

Kalani se fue, decidida, mochila a la espalda, linterna sin batería en mano. Paul la siguió a escondidas, con la típica mezcla entre protección no admitida y una curiosidad infantil que no lo dejaba irse a su casa.

Cuando ella entró a la cabaña, todo fue silencio por unos cinco segundos. Luego, un chillido agudo, un crujido de madera, y después Kalani salió disparada por la puerta como si la persiguiera un monstruo.

Paul corrió hacia ella, alarmado... pero la imagen que encontró fue la mejor comedia de su vida.

Kalani, con la linterna rota , las trenzas deshechas, y el suéter manchado de telarañas, estaba sentada en el suelo mientras un pequeño mapache la observaba desde la entrada de la cabaña, comiéndose tranquilamente su barra de granola.

- ¡SE ROBÓ MI COMIDA! - Gritó Kalani, indignada.

Paul estalló en carcajadas. No podía parar. Lloró de la risa, literalmente. Kalani lo miró ofendida al principio, pero luego empezó a reír también, y ambos se quedaron tumbados en el pasto, viendo al mapache devorarse la única cena de expedición.

- No se lo digas a nadie - Le advirtió ella, en cuanto logró sentarse.

- Te lo juro - Dijo él, limpiándose las lágrimas de risa - Pero si algún día me muero, ese será el secreto que cuente desde el más allá.

Kalani le pegó con la mochila.

Y él guardó el secreto.

𝗣𝗥𝝝𝗧𝗘𝗖𝗧𝗜𝝝𝗡  |  ᴾᴬᵁᴸ  ᴸᴬᴴᴼᵀᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora