Capitulo 15

63 6 0
                                        


POV: Katsuki Bakugou

La luz se colaba en el cuarto a través de la rendija de la cortina, tibia, suave. Me desperté lentamente, como si mi cuerpo no quisiera abandonar la calma que me envolvía. No había sobresaltos, ni frío, ni soledad. Solo una quietud inusual, cómoda... cálida.

Parpadeé un par de veces antes de enfocar bien la habitación, y entonces me di cuenta de dónde estaba. O mejor dicho... con quién.

Kirishima.

Dormía pegado a mí como si su vida dependiera de ello. Uno de sus brazos rodeaba mi cintura con firmeza, y su rostro estaba oculto en mi pecho, respirando tranquilo, como un maldito niño grande. Se aferraba a mí en sueños, sentí que mi corazón no dolía. No como antes. No con ese hueco helado que me acompañaba desde el accidente.

Me quedé quieto por un instante, escuchando su respiración pausada, sintiendo su calor. Y entonces algo hizo clic.

Un recuerdo fugaz. No nítido. Más como una sensación, una imagen medio rota. La misma posición. Mis brazos rodeándolo, su cabeza contra mi pecho. Su risa ahogada. "Me gusta dormir así, Blasty. Eres calentito."

Mi pecho se agitó sin querer. No sabía si era real o solo mi cabeza intentando llenar espacios... pero esa imagen se sentía demasiado familiar. Demasiado nuestra.

Llevé una mano con cuidado a su cabeza y empecé a acariciarle el cabello rojo, aún enredado por la noche. Suave. Espeso. Como siempre.

—Idiota... —susurré apenas, casi sin sonido.

Y entonces, lo sentí moverse. Un leve parpadeo, un bostezo, un estirón torpe y perezoso.

—¿Mmm... Katsuki? —Su voz era ronca, grave por el sueño. Levantó la cabeza apenas, con los ojos entrecerrados.

Y sonrió.

Fue una de esas sonrisas que no se esfuerzan. Que nacen porque sí, porque lo siente. Como si su corazón estuviera tan feliz de verme ahí como el mío lo estaba al tenerlo a mi lado.

—Buenos días... —murmuró, con una voz casi infantil.

Me quedé mirándolo unos segundos. Esos malditos ojos sinceros, esa boca curva, esa forma estúpida de hacer que todo el mundo se vea un poco más claro cuando está cerca. Y sentí el calor subirme al rostro sin poder evitarlo.

—Deja de sonreír así —gruñí, girando la cara un poco

Kirishima soltó una risa suave, aún medio dormido, y volvió a apoyar la cabeza en mi pecho.

—Lo siento... es que... te ves tan lindo así —dijo sin pensarlo mucho, lo que hizo que me tensara.

—¡Cállate! —le di un leve golpe en la espalda—. No digas esas mierdas tan temprano...

—¿Tan temprano? —rió de nuevo—. ¿Desde cuándo te molesta que te digan cosas bonitas?

—Desde nunca, solo que no estoy acostumbrado a que me lo digas así, medio babeando encima de mí.

—Qué romántico —burló con una sonrisa ladeada, y yo le apreté el cabello en venganza.

—Eres un fastidio —murmuré, pero mi voz no tenía veneno. No podía tenerlo. No cuando estaba así, abrazado a mí como si fuera su lugar.

Se quedó en silencio un momento, escuchando los latidos de mi pecho, y luego susurró:

—Gracias por venir anoche.

Tragué saliva. Sentí el nudo en la garganta, pero esta vez no dolía tanto.

—Gracias por abrirme la puerta.

Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora