Capitulo 14

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POV- Katsuki Bakugou

Volví a mi departamento sin darme cuenta de cómo llegué. Cerré la puerta de un portazo y me dejé caer frente al escritorio, los dedos tamborileando con impaciencia sobre la madera antes de encender la computadora. La pantalla iluminó la habitación oscura con un resplandor frío.

Tenía que encontrarlo.

Abrí mapas, archivos, registros. Busqué nombres, direcciones, cualquier pista. Pero nada. Todo lo relacionado a Kirishima aparecía con protecciones de privacidad. "Confidencial. Solo para uso autorizado."
Claro. Era un héroe con licencia completa. Las direcciones personales se protegían por seguridad.

Me llevé las manos al cabello, jalándolo con fuerza mientras maldecía entre dientes.
—¡Mierda...!

La voz de Mina aún daba vueltas en mi cabeza.
"No te lo voy a decir... Kirishima debe olvidarse de ti."
"Él sufre por ti."
"Ahora tengo una oportunidad, Bakugou."

Me hervía la sangre. Pero no por celos.
Por el miedo.
Por la culpa.

¿Y si lo perdía de verdad?
¿Y si ya era demasiado tarde?

Me puse de pie, empecé a dar vueltas por la habitación como una fiera enjaulada, hasta que tomé el celular con manos temblorosas y marqué.

—¿Kaminari?

—¡Eh, Bakugou! ¿Qué onda? Hace mil que no—

—¿Sabes dónde vive Kirishima?

Hubo un silencio incómodo. Después, su voz cambió.
—¿Eh? No... no, la verdad que no. Desde que se mudó no me dijo. Creo que solo Mina y Sero fueron a verlo. Yo estuve a full con entrenamientos... no he pasado.

Apreté los dientes.
—¿Nunca preguntaste?

—¡Oye! No creí que necesitara saberlo, además... pensé que ustedes dos... no sé. Que estaban bien.

Solté una risa seca, amarga.
—Estamos todo menos bien.

Kaminari guardó silencio.
—¿Por qué lo buscas? ¿Pasó algo?

—Sí. Lo arruiné.
Mi voz salió más baja de lo que esperaba.

—¿Qué vas a hacer?

—No lo sé. Pero no puedo quedarme esperando.

Me colgué sin despedirme, el celular aún apretado en la mano. Me senté en el borde de la cama, hundiendo la cara entre las palmas. La habitación estaba en completo silencio, salvo por el zumbido bajo de la computadora aún encendida.

Sentía que cada segundo que pasaba sin encontrarlo me alejaba más de él.

Y por primera vez en mucho tiempo, tuve miedo de verdad.
De no poder arreglarlo.
De no volver a verlo.
De no tener ni siquiera el derecho de tocar la puerta de su nuevo hogar.

Pero iba a encontrarlo.
Aunque me tomara la noche entera.
Aunque tuviera que buscar entre los escombros de todo lo que rompí.

El cursor parpadeaba frente a mí como si se burlara. No había nada. Ni una sola maldita pista. Me levanté de golpe y volví a agarrar el celular con fuerza, marcando sin pensar.
—Vamos... vamos... contesta, carajo...

Después de unos segundos, se escuchó una voz adormilada al otro lado de la línea.
—¿...Hola?

—¡Sero! Soy yo.

—¿Bakugou...? ¿Sabes qué hora es? Son las... —escuché un bostezo largo al otro lado— ¿Qué pasa?

No podía ni pensar en cómo sonaba. Mi voz temblaba. La garganta cerrada. Pero no me importó.

Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora