Cien Noches | YosoyPlex y Adridobylus

53. Colombia IV

Capítulo 53
Colombia IV

ADRI|

Tengo hambre. No me han dejado comprar nada en el aeropuerto. Roro ha dicho siete veces que ella cocina mejor y Borja tiene perlas de sudor en la frente.

Hoy es lo que yo llamo un mal día para coger un vuelo.

Encima, Alicia se ha ido a Puerto Rico o algo así a hacer un trabajo de esos de su empresa, y se ha llevado su ordenador. Kruffy me deja las teclas llenas de polvo de patata frita cada vez que edita.

—Bro, necesito sentarme.—a Borja le da igual mi comentario, y sigue tirando de mi brazo a rastras por la terminal.

Llevo tanto tiempo en aeropuertos que creo que mi próxima inversión va a ser comprarme un cacho en uno de ellos. Porque me imagino que no puedes comprarlo en todos a la vez.

Estoy teniendo una idea visionaria: comprar un metro cuadrado de suelo en todos los aeropuertos del mundo y así cuando viajemos tenemos nuestra casa allí.

Es como tener miles de casas.

Seguro que si lo digo en voz alta me roban la idea.

—Todo el rato pensando en comer y dormir, empiezas a ser el Kruffy fumado.—se queja mi amigo el SIBO.

Ahora que no está Jopa, nos hemos hecho todos más unidos. El cámara era el mejor amigo de Borja, y ahora que no está pues nos cuenta sus cosas a nosotros.

Con todo lo del drama de Lili me está pidiendo consejo a mí. Y yo que no sé cómo decirle que ni siquiera entiendo en que momento Anna se ha vuelto mi novia.

Todo empezó como una forma de sacarme el clavo de Alicia. No buscaba darle celos, solo tener otra cosa en la cabeza que me sacara a la morena con gafas.

Los meses sin verla había podido llevarlo bien, pero en el momento que puso un pie en Madrid y se unió a nuestro viaje, me empezó a quemar la piel de tenerla cerca.

Todo el rato los recuerdos. Mira que no soy mucho de sobre pensar las cosas, pero tenía a Alicia hasta en la sopa. El tiktok hablando de su supuesta relación con Plex fue la gota que colmó el vaso.

Míralo, curiosamente ahora, me alegro por ellos dos.

Ana llegó a mi vida de sorpresa, y aunque al principio mi intención fuera olvidar a la editora, la pelinegra se ha ganado un hueco enorme en mi corazón. Soy adicto a su intensidad, y aunque aún sigamos conociéndonos poco a poco, estoy feliz con lo que estamos construyendo.

A veces, veo a Alicia y pienso en lo que podríamos haber sido. No voy a negar que cuando nos quedamos los dos solos editando, por momentos siento el aire zumbar con la tensión, como antes.

Pero cada vez estoy más seguro de que ahora ya solo somos amigos. Y aunque me alegre, también me da pena a veces.

—Tierra llamando a Adri.—Borja me da un golpe en el hombro.

Luego dice que soy yo el que le está sobando.

Eso es porque no se ha visto.

—Dime, pesado.—ahora soy yo quien le da en el hombro.

—Que al final tenemos un rato para almorzar algo. El Plex va a por una hamburguesa, te lo digo para que vayas.—dios menos mal, me dolía ya la tripa del hambre.

—Gracias bro, te dejo la maleta.—no le doy tiempo a que se queje, y me voy al sitio de comida basura que tenemos al lado.

Siempre es fácil encontrar al youtuber, su cabeza resalta varios centímetros por encima de las del resto de la multitud.