POV: Bakugou Katsuki
La luz se colaba por los malditos ventanales de la oficina como una puñalada directa a mis ojos. Gruñí, llevándome una mano a la cara mientras el dolor de cabeza me latía como si tuviera un tambor dentro del cráneo.
—Mierda...
Estaba tirado en el sofá de mi propia oficina. La chaqueta colgaba de una silla, el escritorio estaba lleno de papeles medio firmados, y había una botella vacía sobre el suelo. No recordaba en qué momento empecé a beber, pero sí recordaba por qué no quise irme a casa anoche.
Porque no había casa.
No sin él.
Me incorporé con dificultad, sintiendo el sabor amargo del alcohol y la derrota todavía pegado al paladar. El nudo en el estómago no se iba. Me dolía el pecho. Y todo se sentía tan jodidamente... gris.
Recordé vagamente cómo Deku había intentado ayudarme anoche. Había asumido parte de los informes urgentes, me había guiado cuando mis recuerdos tambaleaban. Y luego, cuando el silencio se volvió insoportable, lo eché. Le dije que quería estar solo.
Y así terminé, borracho, solo, y con el eco de una puerta cerrándose como único sonido de consuelo.
Me pasé una mano por el rostro, tragando en seco. No había mensajes. No había llamadas. Nada de Kirishima. Ni siquiera una nota. Solo el recuerdo de sus últimas palabras, de ese beso en la frente, de su espalda alejándose sin mirar atrás.
—No puedes seguir así, idiota... —me dije en voz baja.
Tenía que moverme. Respirar. Salir de ese maldito edificio que ahora solo apestaba a recuerdos rotos. Me puse de pie, agarré las llaves de mi auto, y salí.
(...)
La calle estaba vacía a esa hora, y el aire frío me pegó como un balde de agua. Me subí al Porsche —ese auto que había comprado para compartirlo con él, que habíamos estrenado juntos riendo, gritando como dos idiotas por la carretera—. Ahora el asiento del copiloto se sentía más vacío que nunca.
Conduje en silencio. Las luces pasaban como manchas. No sabía qué esperaba al llegar al departamento. Quizás solo... enfrentar lo que había quedado de todo eso.
Cuando abrí la puerta, el silencio fue brutal.
No había risas. No había aroma a café ni a desayuno como solía haber. Solo muebles apagados. Recuerdos fríos.
Caminé por el lugar como si fuera un extraño en mi propio hogar. El sillón donde lo había visto llorar, el baño del que salió con los ojos hinchados, la cocina donde cocinábamos juntos. Todo parecía burlarse de mí.
Y luego entré a nuestra habitación.
Y lo confirmé.
Ya no estaba su ropa. Ya no estaban sus cosas. Solo el espacio vacío donde habían estado las maletas, su cepillo de dientes ausente del lavamanos, y ese jodido olor suyo que todavía flotaba en el aire como un fantasma.
—Te fuiste en serio... —susurré.
Me dejé caer en la cama, con las manos temblando.
No lloré esta vez. Solo... me quedé ahí.
Perdido.
Vacío.
Porque cuando Kirishima cerró esa puerta, no solo se llevó sus cosas.
Se llevó la mejor parte de mí.
El silencio era una condena. Cada rincón del departamento dolía. Como si las paredes guardaran ecos de las veces que reímos. De las veces que discutimos y nos reconciliamos sin palabras, solo con una mirada, un roce, una maldita complicidad que ya no sabía si alguna vez merecí.
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Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)
Romance🧠💔 ¿Qué pasa cuando olvidas al amor de tu vida... pero él sigue ahí, fingiendo que nada ocurrió? Tras una misión fallida, Bakugou Katsuki despierta sin recuerdos de los últimos años... incluyendo su relación con Kirishima Eijirou. Los médicos advi...
