La guerra terminó, pero el eco de las explosiones seguía retumbando en cada rincón.
Después de la derrota de Shigaraki y All For One, lo que quedó fue una ciudad quebrada... y héroes aún más rotos. Aquel desenlace no trajo alivio inmediato, sino una pesada sensación de vacío. Ganaron, sí. Pero ¿a qué costo?
Los alumnos de la U.A. regresaron al campus, esta vez no como simples estudiantes, sino como sobrevivientes. Héroes en formación que habían visto la muerte de cerca, que habían sentido en carne viva el peso de sus decisiones. Todo había cambiado.
Incluso él.
Bakugou Katsuki caminaba por los pasillos reconstruidos del edificio principal con las manos en los bolsillos y la mirada baja. El mismo ceño fruncido de siempre, el mismo tono de voz áspero. Pero algo se había suavizado en él. Ya no discutía por cada nimiedad, ya no empujaba a todos para demostrar que era el mejor.
No necesitaba hacerlo. Ya lo había demostrado.
Y a pesar de sus heridas —las físicas y las otras, las que no se veían—, ahí estaba.
Y Kirishima también.
Kirishima había estado ahí cuando lo sacaron ensangrentado de la zona cero. Había gritado su nombre entre los escombros, había sostenido su mano en silencio cuando lo operaban, había esperado junto a su cama hasta que despertó.
Desde ese día... no se había alejado.
El segundo año en la U.A. empezó con más responsabilidades y menos tiempo libre. Las clases se mezclaban con misiones de reconstrucción, apoyo comunitario, y entrenamientos reforzados. A veces pasaban semanas sin tocar un aula.
Y, en medio de esa rutina caótica, ellos empezaron a cambiar.
Ya no eran solo compañeros de equipo. Ya no eran solo amigos.
Los pequeños momentos lo dijeron todo:
Cuando Kirishima se detenía a esperarlo en la puerta del dormitorio.
Cuando Bakugou cocinaba para ambos y lo negaba con un gruñido.
Cuando entrenaban juntos más tiempo del necesario.
Cuando sus miradas duraban unos segundos de más.
Hubo una vez en que Kirishima lo encontró dormido en la azotea del edificio Alpha, exhausto después de una jornada de entrenamiento. En lugar de despertarlo, se sentó a su lado, solo para sentirlo cerca.
—No sé si lo sabes —susurró esa vez, aun sabiendo que Bakugou probablemente lo escuchaba—, pero me haces querer ser mejor... no como héroe, sino como persona.
Bakugou no respondió. Pero sus dedos, apenas un segundo, rozaron los de Kirishima. Y eso fue suficiente.
🌙
La confesión no llegó como una explosión. No fue heroica, ni dramática. Fue humana. Íntima.
Una noche, después de ayudar en una residencia temporal para evacuados, ambos regresaron agotados al campus. El ambiente estaba fresco, y la luna bañaba la cancha de entrenamiento con una luz suave. En lugar de volver al dormitorio, Kirishima lo guió hasta el invernadero trasero de la U.A., ese pequeño rincón olvidado donde solían esconderse cuando necesitaban un respiro.
Allí, entre el aroma a tierra y flores nuevas, con las luces tenues del invernadero titilando sobre sus cabezas, Kirishima finalmente se atrevió.
—Bakugou —dijo, con la voz un poco temblorosa—, he estado guardándome esto desde hace mucho.
Bakugou se cruzó de brazos, apoyado contra la pared.
—Tch. Suéltalo ya, pelirrojo, no tengo todo el día.
—Me gustas.
Así. Sin rodeos. Sin adornos.
Pero la verdad tembló en su garganta antes de caer.
—Me gustas, Bakugou. No como amigo, no como compañero. Como tú. Con todo lo que eres. Con lo que gritas y lo que callas. Con tu fuerza, con tus silencios. Me gustas... incluso cuando no me hablas por dos días porque estás procesando algo. Incluso cuando me tratas como si me importaras más de lo que dices.
Y entonces, bajó la mirada. Su voz se volvió apenas un murmullo.
—Y sé que probablemente vas a mandarme al diablo o me vas a gritar algo... pero no quería seguir callándolo. No cuando todos los días me muero de ganas de estar a tu lado sin tener que fingir que no siento esto.
Bakugou lo miró, tenso. Había un leve rubor en sus mejillas, y su mandíbula apretada como si estuviera conteniendo una respuesta impulsiva.
Pero no gritó.
No insultó.
Solo suspiró.
—...Quizá —dijo, casi como si le costara respirar—... quizá siento algo también. No sé cómo ponerle nombre. No soy bueno con esas mierdas. Pero tú... joder, Kirishima... tú siempre estás. Siempre. Y eso... me jode. Porque no quiero que te vayas.
Kirishima lo miró con los ojos brillantes.
—¿Entonces...?
—Tch. No me hagas repetirlo —gruñó Bakugou, desviando la mirada mientras el rubor subía hasta sus orejas—. Me gustas, maldita sea. Ahí lo tienes.
Una risa temblorosa escapó de los labios de Kirishima. Lloraba un poco. No por tristeza, sino por alivio. Por amor. Por todo lo que había esperado escuchar.
Bakugou, incómodo, murmuró:
—¿Por qué estás llorando, idiota?
—Porque soy feliz, Katsu.
Fue la primera vez que lo llamó así. Y Bakugou, en vez de golpearlo o gritarle, solo murmuró un seco:
—...No te acostumbres.
Pero no se movió cuando Kirishima le tomó la mano.
Desde esa noche, todo cambió.
Los días pasaron, los entrenamientos siguieron, y el tercer año llegó. Su relación creció en medio de la rutina heroica, los deberes civiles y la reconstrucción de un mundo que empezaba a sanar. Nadie se sorprendió cuando comenzaron a vivir juntos tras graduarse. Nadie cuestionó cómo Bakugou bajaba el volumen cuando Kirishima dormía, o cómo Kirishima le llevaba un café cada mañana sin que se lo pidieran.
Y es que, para ellos, el amor no era algo que se gritaba.
Era algo que se construía. Que se elegía. Día tras día.
TENGO UNA MINI SAGA EN MI PERFIL, ES DE KIRISHIMA X BAKUGO PERO DISTINTA TRAMA, SI GUSTAS DALE UN VISTAZO, PORFA, PROMETO QUE TE VA A GUSTAR 💕
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de lo que fuimos (Kiribaku)
Romance🧠💔 ¿Qué pasa cuando olvidas al amor de tu vida... pero él sigue ahí, fingiendo que nada ocurrió? Tras una misión fallida, Bakugou Katsuki despierta sin recuerdos de los últimos años... incluyendo su relación con Kirishima Eijirou. Los médicos advi...
