Como siempre, cuando nadie se da cuenta de su ausencia, Lan Zhan está allí. Arrodillado junto al acantilado donde alguna vez fueron halladas las pertenencias de su hermano mayor, sus dedos recorren las cuerdas del guqin, invocando la misma melodía que ha repetido incontables de veces. Pero el viento solo devuelve silencio. No hay rastros, ni señales, ni respuestas. Años han pasado, y aun así, Lan Zhan se niega a aceptar que XiChen ya no está. Con furia, limpia las lágrimas que manchan su rostro, lágrimas que, por más que intente, no logra contener.
—¿Qué haces aquí, Lan Zhan? —La voz de Wei Ying rompe el vacío. Ha venido a buscarlo, porque cuando el jade desaparece sin aviso, él siempre sabe dónde encontrarlo.
Los ojos de Lan Zhan, vidriosos, se alzan con desesperación. —¡Hermano!
—¡Oh, A’Xian, mi pequeño conejito…! —Con suavidad, Wei Ying se acerca. Sus brazos ofrecen un refugio, un consuelo para el alma perdida de Lan Zhan.
—Era bueno… Cuando mamá y papá no estaban, él me cuidaba —murmura, dejándose envolver en la calidez de su novio.
Wei Ying, con una ternura absoluta, acaricia a aquel rostro y lo obliga a mirarlo. —Tío QiRen dijo que está vivo… ¿Por qué sigues tocando para él?
Lan Zhan parpadea, su expresión se endurece por el dolor. —No toco para él. Pregunto a las otras almas… si han visto hacia dónde se dirigió.
El mayor lo observa un instante antes de hablar, con su tono impregnado de certeza. —Te prometo algo. Crearé un talismán o una herramienta que nos ayude a rastrearlo. ¿Te parece?
Lan Zhan no responde de inmediato. Sus manos se aferran al hanfu de su novio. Luego, apenas audible, deja escapar un murmullo de aceptación. —Mnh...
Entonces una mano de Lan Zhan es sostenida con ternura, en lo que su mirada está perdida en pensamientos sombríos. WuXian reconoce el peso de su dolor, la sombra que lo envuelve desde hace tiempo, y aunque sabe que las palabras no podrán aliviarlo por completo, intenta alcanzarlo de alguna manera.
—A’ying… —murmura, en un hilo de voz. Observa con incredulidad cómo su prometido besa con devoción la punta de sus dedos, recorriendo con paciencia cada uno. Ese gesto, tan simple y delicado, hace que el muro de contención que ha mantenido durante días se tambalee.
—Te prometo, Lan Zhan, que traeré de regreso a tu hermano. Pero debes prometerme que dejarás de buscarlo entre los espíritus errantes. Ten paciencia —le pide Wei Ying, deslizando su mano sobre la mejilla del menor, un intento de consuelo.
Lan Zhan cierra los ojos por un instante, como si la suavidad del toque pudiera anclarlo en el presente. —Lo extraño… —admite, con una tristeza que se filtra en cada palabra.
Sin darle tiempo a alejarse, Wei Ying lo acomoda sobre sus piernas. Su calor, su presencia, es lo único capaz de evitar que Lan Zhan se hunda más en el vacío de la ausencia.
—Sé que lo extrañas —susurra el mayor, apoyando el mentón sobre su hombro—. Nadie espera que dejes de hacerlo. Pero todos están preocupados por ti, les duele verte así… y les duele aún más no saber cómo ayudarte.
Lan Zhan hunde el rostro contra el pecho de su amado, su voz tiembla con dolor infantil que jamás se desvanecerá por completo. —Cuando mamá y papá no estaban, A’Huan me cuidaba… Ahora ya no está.
Las lágrimas caen en silencio, sin resistencia. Wei Ying no intenta detenerlas. En cambio, le masajea la espalda con ternura. —Te entiendo, Lan Zhan. Todo va a estar bien.
Lan Zhan no responde, pero en el peso de su cuerpo contra el de su prometido hay una rendición sutil, una mínima aceptación del consuelo. Y por ahora, eso es suficiente.

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Alma y corazón.
FanfictionQiRen y Lan XiChen después de entrar en la mente de Lan WangJi y verlo morir, viajan al pasado para reparar el daño que causaron al menor, salvando de paso la vida de 4 personas más.