Dante.
El eco de mis pasos contra el suelo del hospital se combina con los latidos furiosos de mi corazón mientras corro hasta la habitación de Val, con el corazón en la garganta, con la desesperación ardiéndome en la piel.
Me he cruzado con mi madre en la sala, y verla tan aliviada y feliz, solo ha hecho que mis ansias por ver a Val se incrementen a un grado que nunca creí ser capaz de sentir.
No me detengo ni siquiera cuando llego a la puerta, apenas me tomo un par de segundos antes de tomar el pomo y abrir, mis ojos la buscan, y en el segundo en el que la encuentro mirándome, algo en mí se quiebra con tanta fuerza que no puedo evitar las lágrimas, corro hasta ella y sin perder un segundo...la abrazo.
Siento sus delicadas manos envolverme, al menos, con el brazo que tiene libre. Su cuerpo se siente frágil, pequeño, cierro los ojos mientras me repito que esto no es ningún sueño, y que realmente ella se encuentra entre mis brazos.
—Viniste —susurra con la voz débil, pero es su voz, maldita sea...es su voz.
Escucharla rompe algo en mí, porque por días estuve aterrado de no ser capaz de escuchar su voz de nuevo, por días la idea de perderla fue una tortura que apenas y me dejó respirar. Pero ahora se ha acabado.
—Claro que sí, ¿cómo no vendría? —inquiero con la voz rota mientras la estrecho contra mí, ella emite un leve quejido y solo entonces me obligo a soltarla porque recuerdo sus costillas fracturadas. —Lo siento, carajo...no quería lastimarte.
Me aparto apenas, los moretones siguen cubriéndole la piel, la inflamación de su rostro comienza a ceder, pero aún hay señas evidentes de lo que sufrió. Y verla en ese estado hace que la sangre me hierva con una ira cruda, pero la contengo, porque el sentimiento de verla mirarme con los mismos ojos que antes...es superior.
—Dios, cara mía —no me resisto a envolverla de nuevo en un abrazo porque necesito sentirla cerca, necesito confirmar que está aquí, que ha vuelto. —Estaba tan aterrado de no volver a escuchar tu voz.
Cuando me aparto, y la miro, ella permanece en silencio. Nos quedamos sin decir palabra alguna hasta que sus ojos se humedecen, me sostiene la mirada mientras su barbilla tiembla y apenas un par de segundos después, un sollozo la rompe.
—Ven aquí, cielo —se refugia en mí, su cuerpo se sacude con sollozos que me desgarran, pero me mantengo fuerte porque eso es lo que ella necesita ahora.
Le acaricio el cabello, trazando un camino hasta su espalda baja. No sé cuanto tiempo es que el permanecemos así, hasta que su respiración se regulariza, hasta que es capaz de poner apenas unos centímetros de distancia.
—Lo siento...
—No —la detengo —no quiero ni una sola disculpa, ¿de acuerdo? —le sostengo el mentón —ahora no me importa nada más que el hecho de que estás aquí, conmigo. Porque pensé que te perdía Val...creí...creí que iba a perderte para siempre.
Las lágrimas vuelven a sus ojos.
—Debí estar contigo, no debí dejarte sola. No debí permitir que ese cabrón pusiera una mano sobre ti.
—No tenías forma de saberlo —susurra.
—Tal vez no —admito, con el nudo en la garganta creciendo hasta ahogarme—. Pero igual te fallé. Si no me hubiera alejado, si no hubiera reaccionado como un imbécil... habría estado contigo. Pude haberte protegido. Pude haber evitado todo esto.
Ella cierra los ojos un instante. Una lágrima se desliza por su mejilla amoratada, y juro que me duele más que cualquier herida que yo haya sufrido.
—Dante...

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Un desastre llamado amor.(SL#6)
Teen FictionDante Lombardi lo tenía todo: una prometedora carrera, un futuro estable y la mujer con la que planeaba casarse... hasta que la encontró en la cama con su mejor amigo. Atrapado entre el orgullo y la rabia, tiene la certeza de que el amor no es más q...