-En proceso de reescritura-
Cuando Teresa Chávez muere a manos de Fernando, su historia debería haber terminado. Pero en ese mismo instante, en un lugar muy lejano, Bella Swan también fallece, consumida por la depresión tras el abandono de Edward Cu...
Aro alzó la mano en seco, haciendo que todos se detuvieran. El aire estaba cargado. Algo no estaba bien.
—Siento movimiento —murmuró Mia, frunciendo el ceño—. No es animal... ni humano.
Caius y Carlisle intercambiaron una mirada tensa. Edward cerró los ojos intentando escuchar más allá. Jacob levantó la nariz al aire, olfateando como un perro alerta.
—Demasiado silencio. Y eso solo pasa cuando algo se está escondiendo —gruñó Leah.
Y entonces, como salidos de la niebla misma, una horda de neófitos se abalanzó sobre ellos, ojos rojos encendidos y gruñidos salvajes como animales descontrolados.
—¡Emboscada! —gritó Emmett mientras se lanzaba con entusiasmo a romper cráneos.
El campo estalló en caos. Chispas carmesí volaban entre ramas quebradas y dientes chocando. Los neófitos no pensaban, solo atacaban, como si alguien los controlara desde lejos.
Seth, en su forma de lobo agil como siempre, corrió para cubrir a Alice, pero un neófito lo atrapó por el costado, aplastandolo tan fuerte justo en su costilla. El joven lobo aulló de dolor, cayendo de lado.
—¡SETH! —gritó Mia con los ojos brillando de ira.
Sin pensarlo, se lanzó hacia él. Con un gruñido gutural, su cuerpo pareció vibrar entre dos naturalezas. Su forma híbrida emergió como un reflejo salvaje: colmillos afilados, ojos rojos y garras negras. Rasgó el aire y destrozó al atacante en segundos.
—¡Aguanta, Seth! —dijo, arrastrándolo fuera del combate. Sus manos —. ¡Tú no te mueres hoy, idiota!
—Sabía... que te importaba un poco —susurró Seth entre risas débiles.
Mia rodó los ojos, aunque no pudo evitar una mueca de sonrisa mezclada con miedo.
—Te callas o te muerdo yo —respondió, aún trabajando sobre la herida.
Mientras tanto, Jasper lideraba la contraofensiva con precisión militar. Los Cullen, los lobos, e incluso los Volturi peleaban codo a codo. Pero no era una pelea cualquiera.
Era un mensaje.
Una figura encapuchada observaba desde lejos, entre los árboles, sin intervenir. Los ojos de Aro se entrecerraron al notarla.
—Son ellas... las brujas. Están jugando de nuevo con nosotros —murmuró, y su voz no era de miedo, sino de advertencia.
Cuando la batalla finalmente terminó, varios árboles ardían, y el suelo estaba cubierto de polvo de ceniza. Seth estaba vivo, aunque herido. Mia no se separó de él ni un segundo.
Y mientras todos recuperaban el aliento, Edward pronunció las palabras que dejaron a todos en vilo:
—Esto no fue para detenernos.
—¿Entonces? —preguntó Jacob.
Edward alzó la mirada.
—Fue para entretenernos. Mientras ellas preparan algo mucho peor.
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