Capitulo 42

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Confesiones entre cuerpos

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Confesiones entre cuerpos

En aquel rincón suspendido entre dimensiones, donde el tiempo no tenía nombre y la realidad se sentía como un sueño antiguo, Bella y Teresa flotaban una frente a la otra, atrapadas en cuerpos ajenos, en pasados robados, en presentes confusos.

El silencio se quebró con la voz de Teresa, baja, como si doliera:

—¿Y tú... qué hiciste con mi vida, Bella?

Bella alzó la mirada. Su expresión no era de reproche, sino de una extraña melancolía.

—La verdad... traté de entenderla. Fuiste tan juzgada, tan incomprendida... pero no eras mala, o bueno no del todo,  solo estabas perdida y mucho.

Teresa frunció los labios. Sabía que Bella no mentía.
Y entonces, con un leve rubor que se notaba incluso en la nada, murmuró:

—Yo... estoy con Caius Volturi... y Carlisle Cullen.

Bella parpadeó.
—¿Cómo dices?

—Sí —repitió Teresa, ahora con una sonrisa que mezclaba culpa y emoción—. Los dos... se enamoraron de mí. Bueno, de ti, en realidad. Y... yo también de ellos. Al principio no quería. Te juro que no quería. Pero luego... era inevitable.

El silencio volvió, esta vez más denso.

Bella respiró hondo.
—Curioso... porque yo también encontré... algo parecido. No amor, no como tú lo sientes. Pero una especie de paz.

Teresa la miró, confundida.
—¿Con quién?.

—Con Luis —respondió Bella, sonriendo de lado—. Un chico de mundo. Me ayudó a estudiar porque se dio cuenta de que algo en mí había cambiado... decía que parecía más tranquila, más enfocada. Jamás sospechó lo que en verdad pasaba, claro, pero... fue amable. Me trató con respeto. Me escuchó.

—¿Luis? —Teresa abrió los ojos—. mmm.. no lo recuerdo.

—A este chico lo conocí, en el hospital—respondió Bella con una risa suave—. Y con tu exnovio ese... el abogado... ¡qué desastre!

Ambas rieron por un segundo.

—Pero, ¿sabes? Me cuidaron. Me sentí... valorada. No como "la humana débil" ni como "la novia del vampiro", sino como persona.

Teresa murmuró:

—Entonces, ¿estás feliz?

Bella la miró fijo.
—Estoy... confundida. A veces siento que tu vida es más mía que la que dejé atrás. Pero también sé que no es justo para ninguna de las dos.

—Yo tampoco quiero irme —confesó Teresa—. Pero tampoco quiero que tú sufras por mi culpa. Y menos ahora que... que por primera vez me siento amada por completo.

Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora