XVII

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Wen RuoHan estaba reunido con su familia en el estudio. El aire estaba cargado de incertidumbre mientras discutían el contenido de una carta enviada por Jin GuangShan. En ella, solicitaba ayuda para investigar los problemas en un pueblo, acosado por cadáveres feroces que seguían apareciendo sin explicación.

—¿No es ahí donde se encuentra el Patio de la Dama de las Flores? —comentó Wen Xu, su tono apenas encubre la inquietud que lo acecha.

—Y donde se conserva una pieza del Hierro Yin… —Lan QiRen no pudo evitar dirigirle una mirada de advertencia a su esposo.

ZhiAn cruzó los brazos con evidente desaprobación.
—¿Por qué el líder Jin nos pide ayuda? Él puede encargarse solo. No ha habido reportes de daños graves, podría solucionar el problema sin contratiempos.

—Una pieza del Hierro Yin está ahí —replicó QiRen con calma—. Aunque no haya daños mayores, el asunto sigue siendo delicado. Me gustaría hablar a solas con vuestro padre.

Wen Xu se incorporó y, con una sonrisa casual, se dirigió a su hermano menor. —Vamos a cabalgar, A’yong.

—Prefiero ir a la biblioteca. Afuera hace mucho calor —respondió el menor.

Wen Xu chasqueó la lengua.
—Si te escondes en los lugares fríos del palacio, jamás te acostumbrarás al clima de QiShan —afirmó, tomándolo del brazo y arrastrándolo con él.

La habitación quedó en silencio, por un momento. QiRen se volvió hacia Wen RuoHan con una expresión dura, y con voz afilada por la certeza dijo: —Para esta fecha, tu prima y mi cuñada ya estaban muertas. RuoHan, eres una persona sensible, cualquier cosa desestabiliza tus emociones. A pesar de ser feroz y arrogante, de no temblárte la mano al empuñar la espada… tienes corazón de abuelo.

El líder Wen alzó una ceja, la tensión en su rostro apenas era perceptible.
—¿Qué quieres decir?

—Que con la muerte de tus seres queridos, mi rechazo definitivo, sufrías y cargabas con demasiado dolor, te conozco y se que así es —QiRen sostuvo su mirada—. No sé cómo llegaron las piezas Yin a tus manos, pero debido a tu estado de ánimo y emocional por el que estabas pasando, fuiste influenciado y corrompido.

RuoHan golpeó la superficie del escritorio con un ritmo metódico, cada movimiento de sus dedos dejaba un eco en la madera. —Entonces, ¿ese RuoHan era distinto por culpa del hierro?

QiRen exhaló. —Esta no es la primera carta que el líder Jin envía. Es insistente. No puedes acercarte a ese patio antes de someterte a una limpieza de purificación y dibujar un pentagrama de protección en tu espalda.

—¿Te das cuenta de qué no me convoca como cultivador, sino como cultivador jefe? —la voz de Wen RuoHan era baja, pero en su mirada ardía la sospecha.

Lan QiRen mantuvo la compostura, aunque su expresión reflejaba lo que ambos ya sabían. —Quiere acorralarte. Te presionará para que tomes una decisión a espaldas de los demás líderes —sus palabras fueron firmes, sin necesidad de adornos.

RuoHan dejó caer la carta sobre la mesa de madera oscura y la observó como si pudiera arrancarle los verdaderos motivos de Jin GuangShan solo con la mirada. —Enviaré una carta a cada secta principal exponiendo nuestra preocupación, no haré comentarios sobre nuestras sospechas en contra de Jin GuangShan. Solo les diré el propósito de esta casería y la sospecha de que el hierro este involucrado. Si busca que tome esa pieza a espalda de los demás… ¿cuál es su propósito? —preguntó, aunque la respuesta ya danzaba en su mente, esperaba la confirmación de QiRen.

Lan QiRen cruzó los brazos, su tono no dejó lugar a dudas. —Tu nivel espiritual es inmenso. Quiere tu lugar como cultivador jefe, fue lo primero que hizo en cuanto acabo la guerra. No puede enfrentarte solo. La energía resentida desestabiliza el núcleo dorado y puede provocar un desvío de qi. Antes de eso… te llevará a la locura y te hará hacer cosas que no tendrías en mente estando en tu sano juicio —reflexiona al darse cuenta que fue injusto con RuoHan durante muchos años desde cuándo llegó del futuro. Su esposo era inocente. Siempre el culpable fue Jin GuangShan, desde el principio.

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