Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]

Capitulo 43

Tirones del alma

La niebla no se había disipado del todo, pero lo suficiente para que la silueta de la vieja casa al centro de la isla se alzara entre la vegetación retorcida.
Caius fue el primero en moverse. Lo siguió Carlisle sin vacilar, luego Aro, Esme, Jasper, Emmett, y todos los demás.

El ambiente era diferente.
Denso. Pesado. Intenso.
Como si la misma isla sintiera lo que estaba por pasar.

—¡¿La sienten?! —exclamó Edward, deteniéndose en seco, con la mirada fija en el cielo grisáceo.

Todos lo habían sentido.
Un tirón extraño. Como si un lazo invisible, enterrado en lo más profundo de sus pechos, hubiese sido halado de pronto. No era dolor físico. Era otra cosa.
Un tirón en el alma.

Jacob cayó sobre una rodilla.
—¿Qué demonios fue eso...?

Mia frunció el ceño.
—No es dolor... es como si nos estuvieran arrancando un pedazo de algo que no sabíamos que teníamos. Algo antiguo. Algo profundo.

Carlisle ya estaba en la puerta de la casa. No la tocó. La derribó.

—¡Teresa! —gritó—. ¡Bella!

(aqui esta en camara lenta por lo que sera un poco más detallado)

Todos entraron. Las paredes de la vieja mansión temblaban como si fueran de papel mojado. Cada paso dentro parecía hacerla más débil, como si su existencia misma se deshilachara.

Caius subió las escaleras de dos en dos. Su rostro, habitualmente imperturbable, mostraba algo más:
terror.

—¡Bella! —llamó también, usando el nombre del cuerpo, aunque el alma que amaba era otra—. ¡Responde!

Alice iba detrás, intentando ver algo.
—No hay visiones —dijo con desesperación—. No hay nada. ¡Es como si el tiempo se estuviera rompiendo!

De pronto, Emmett empujó una puerta al fondo del pasillo.

Y ahí estaba.

Teresa (en el cuerpo de Bella), tendida en la cama, el cabello desordenado sobre la almohada, los ojos apenas abiertos, como si una fuerza invisible estuviera jalando su esencia hacia otro lugar. Su cuerpo no tenía heridas... pero algo dentro de ella se estaba quebrando.

Carlisle y Caius se acercaron al mismo tiempo.

—Teresa... —susurró Carlisle, tocando su frente—. Quédate. Quédate con nosotros.

Ella intentó hablar, pero sus labios no emitieron sonido.

De pronto, Carlisle y Caius se llevaron la mano al pecho.

—Lo sentí otra vez... otro tirón. Más fuerte. Como si algo la estuviera deshilando desde adentro— Dijo Carlisle

Edward cerró los ojos.
—Es como si su alma estuviera siendo... jalada. En ambas direcciones.

Esme, de pie junto a Rosalie, lo murmuró apenas:

—¿Y si ya no tiene elección?

Jacob bajó la cabeza, su voz temblaba.

—¿Y si están empezando a separarse... de verdad?